La libertad no es que sea insoportable para el hombre, como dejó claro Dostoievsky en Los hermanos Karamazov, es que la libertad no es humana; es, repito, divina, y solo Dios puede manejarla bien. Es un don de unas dimensiones infinitas que el ser humano, al intuirlo por puro chispazo de la Gracia, intenta trocear: habla entonces de libertades, de derechos, de ideologías que, fundamentalmente, intentan domesticar la libertad poniendo unos límites que siempre parecen razonables: el bien común, la solidaridad universal, el activismo social, el progreso, la ciencia, etc. Por supuesto, en el peor de los casos, el don divino de la libertad se presenta como mera conquista humana, con lo cual llegan a justificarse los crímenes más horrendos.
Autor: Francisco Segarra
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