En 1981, seis meses después de sobrevivir a los disparos del pistolero Alí Agca, Juan Pablo II publicó su exhortación Familiaris Consortio. En ella, insistía en que «la futura evangelización depende en gran parte de la Iglesia doméstica» (52) y que «¡el futuro de la humanidad se fragua en la familia!» (86)
Añadía: «Corresponde también a los cristianos el deber de anunciar con alegría y convicción la «buena nueva» sobre la familia«.
Con los años, su intuición se ha mostrado certera. Con el aumento de las rupturas familiares, al cambiar las leyes y hacerse más frágiles los matrimonios, con la falta de referentes y vínculos de tantos jóvenes, muchas personas no se atreven ya ni a soñar con el amor, con un matrimonio fiel y para siempre, con crecer unidos, con hijos, abuelos, parientes.
Muchos se contentan con tener a alguien «conmigo», «por ahora», «mientras…
Autor: ReL
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