En un determinado momento de su vida terrena Jesús preguntó a sus discípulos: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?. Es Simón Pedro el que toma la palabra para contestar: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo. El mesías, el ungido, el salvador y rey prometido por los profetas a Israel, es el Hijo de Dios. Es imposible, pues, separar en Jesús su identidad Hijo de Dios- y su misión salvador del mundo-.
Arrio, un presbítero de Alejandría, en Egipto, comprometió con su visión de Jesucristo este vínculo inseparable entre identidad y misión. El pasado eclesiástico de Arrio había sido ya bastante agitado. En Alejandría había sido seguidor del cisma del obispo Melecio. Como diácono, había tenido serias dificultades con su obispo, que llegó a excomulgarlo. El siguiente obispo de Alejandría lo reconcilió con la Iglesia y lo ordenó sacerdote….
Autor: Guillermo Juan Morado
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