La imagen de Isabel Celaá, embajadora de España ante la Santa Sede, recibiendo la sagrada Comunión en la fiesta de la Inmaculada desde un lugar de honor reservado al cuerpo diplomático, condensa una contradicción que la Iglesia no puede ignorar. No se trata de una opinión política, sino de un hecho objetivo: Celaá ha sido durante años una de las responsables públicas que más activamente han respaldado el marco legislativo que considera el aborto un derecho. Como ministra, defendió la ampliación de este “derecho”, impulsó un discurso abiertamente contrario al Evangelio de la vida y formó parte de un gobierno que convirtió la eliminación del no nacido en una prestación garantizada. Su trayectoria pública está inseparablemente unida al avance de una cultura que la Iglesia define sin ambages como gravemente contraria a la dignidad humana.
Por eso, su presencia en…
Autor: Miguel Escrivá
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