Imagina que has trabajado para una empresa durante más de veinte años. Tu historial laboral ha sido impecable; has recibido numerosos premios; y se te considera ampliamente una de las personas más destacadas en tu campo. Ahora imagina que un día tu jefe te llama a su despacho y te dice: «Hemos decidido tomar un rumbo diferente».
¿Qué rumbo sería ese? ¿El rumbo de personas menos competentes, menos experimentadas y sin un historial de logros? ¿Despides a tu mariscal de campo ganador y dices: «Vamos en una dirección diferente»? ¿Acaso no sería ese el camino hacia la derrota?
Ahora imagina que tienes un contrato de varios años con tu empleador, algo que necesitabas para asegurar el sustento de tu familia. Tu primera reacción ante esta “nueva dirección” podría ser: «Pero aún van a respetar y pagar mi contrato, ¿verdad?».
Entonces tu jefe solapado se encoge de…
Autor: The Catholic Thing
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