Autor: ReL
Las escenas idílicas de la campiña inglesa han cautivado durante mucho tiempo la imaginación de muchos no ingleses. Imaginamos colinas verdes y onduladas, muros de piedra, ovejas y vacas pastando en campos cubiertos de niebla, y una iglesia centenaria en el corazón de cada pueblo, un signo de ladrillo y mortero de la profunda identidad cristiana (y, de hecho, católica) de esta nación insular. La iglesia de la aldea es el centro de la vida del pueblo, con la misa dominical como punto culminante de la semana.
Muchos tenemos esta imagen porque, durante muchos siglos, la Iglesia católica fue de hecho el corazón y el alma de Inglaterra. Desde la llegada de los misioneros cristianos en el siglo I, la Iglesia floreció. Pero, por supuesto, en el siglo XVI, el rey Enrique VIII llevó a su reino en una nueva dirección, que tendría tremendas y a menudo terribles (y sangrientas) consecuencias a partir de ese momento.
En La fe de nuestros padres. Una historia de la verdadera Inglaterra, Joseph Pearce guía al lector a través de la historia de Inglaterra, rastreando el hilo cristiano a lo largo de esa historia, hasta el día de hoy. Se centra en los primeros cristianos de la Gran Bretaña romana, a través de Beda, Eduardo el Confesor, Tomás Moro, John Henry Newman, Tolkien, Waugh, Chesterton y otros. Muestra cómo el reconocimiento de la importancia de la Iglesia católica en el pasado de esta isla permite comprender mejor la historia de Inglaterra.
Pearce es autor de casi tres docenas de libros, entre los que se incluyen biografías de J.R.R. Tolkien, G. K. Chesterton y Oscar Wilde, exploraciones del catolicismo de William Shakespeare y los conversos del renacimiento literario inglés; también es editor de la serie Ignatius Critical Editions.
Recientemente ha hablado con Paul Senz en Catholic World Report sobre su último libro y el futuro de la Iglesia católica en Inglaterra.
-¿Cómo surgió el libro?
-Como inglés y católico, he luchado con mi sentido de la identidad. La Inglaterra a la que me adhiero es la Inglaterra que ha sido fiel a la Verdad misma. Esta es la «verdadera Inglaterra» que se celebra en el libro.
-¿Está relacionada esta «verdadera Inglaterra» con la diferencia entre Inglaterra y Gran Bretaña? Le he oído hablar en otras ocasiones de la distinción entre la «pequeña Inglaterra» y la «Gran Bretaña». ¿Es esto importante y cómo se relaciona con el libro?
-He hablado de mi conversión de gran británico a pequeño inglés. Un Great Britisher (gran británico) debe su lealtad a la Union Jack, la bandera del Reino Unido y la bandera del Imperio británico. Un Little Englander (pequeño inglés) debe su lealtad a la Cruz de San Jorge, la bandera de Inglaterra como nación separada de Escocia, Gales e Irlanda, y de la propia noción de Imperio. Un Great Britisher admira el poder protoglobalista del Imperio; un Little Englander siente poca o ninguna simpatía por el Imperio y debe su lealtad a los pequeños y hermosos condados de Inglaterra. Esta diferencia la expresé en un poema llamado Sunset [Ocaso]:
Cuando Gran Bretaña tenía un Imperio,
el sol nunca se ponía,
pero el sol se puso sobre Inglaterra
y los ingleses olvidan que
más grandes que el Imperio
son los ondulantes Yorkshire Moors
y más gloriosos los Dales
que todas las guerras del Imperio.
Paisaje agrícola en los Yorkshire Dales [The Dales]. Foto: Wikipedia.
»De acuerdo con esta concepción de mi patria, el libro es una historia de Inglaterra, no de Gran Bretaña.
-¿Qué quiere decir cuando califica a Inglaterra como un «país atraído por Cristo»?
-Como explico y muestro en los primeros capítulos de mi libro, la identidad nacional inglesa está entretejida con leyendas piadosas sobre la visita del Niño Jesús a Inglaterra con San José de Arimatea, o con la leyenda de que San José de Arimatea dirigió la primera misión a Inglaterra después de la Conquista romana, llevando consigo el Santo Grial, el cáliz que Cristo había utilizado en la Última Cena.
»Estas leyendas piadosas podrían no ser más que ilusiones, pero demuestran un gran deseo de la presencia de Cristo; y, por supuesto, la leyenda sobre el Santo Grial dio origen a todas las múltiples leyendas y romances artúricos que son tan fundamentales para el mito nacional inglés y con la identidad nacional inglesa. Por ello, Inglaterra está obsesionada con Cristo hasta su núcleo espiritual.
-La historia de Inglaterra está llena de algunos de los santos más notables de la historia de la Iglesia, así como de algunos de sus mayores perseguidores. (Este es el caso de muchas naciones históricamente cristianas, pero parece ser cierto en mayor medida en Inglaterra). ¿Por qué? ¿Hay algo en Inglaterra que hace que surjan estos increíbles santos y esas tremendas persecuciones?
-La Inglaterra anglosajona, es decir, la anterior a la conquista normanda de 1066, era una tierra de santos. Es realmente sorprendente la cantidad de santos que adornaron los 500 años de historia inglesa anteriores a la conquista. Son demasiados para nombrarlos, pero podríamos pensar especialmente en San Beda el Venerable o San Bonifacio. Al final de la época sajona, había un santo en el trono (el rey Eduardo el Confesor) e Inglaterra fue bendecida con la famosa aparición de la Santísima Virgen en Walsingham. El santuario mariano de Walsingham sería uno de los principales destinos de peregrinación de toda la cristiandad en la Edad Media.
»La tierra de los santos durante la época anglosajona fue sustituida, a mi juicio, por la tierra de los mártires en que se convirtió Inglaterra durante el reinado del terror de los Tudor y los Estuardo, desde la década de 1530 hasta la de 1680. Estos mártires son, para mí, la joya de la corona de la verdadera Inglaterra, siendo la corona misma Nuestra Señora de Walsingham, la verdadera e intemporal reina de Inglaterra.
»Los perseguidores de la Iglesia son los perseguidores del propio Cristo en su Cuerpo Místico. Puede que sean ingleses, pero no son verdaderos ingleses, sino enemigos de la verdadera Inglaterra y de los verdaderos ingleses que dieron su vida como mártires de la fe.
-Uno de los periodos más impresionantes de la historia de la Iglesia en Inglaterra es, por supuesto, la Reforma inglesa, iniciada bajo Enrique VIII (a quien el Papa había declarado previamente «Defensor de la Fe», título que sus sucesores han mantenido obstinadamente). Los recusantes, los mártires, Tomás Moro, John Fisher, Edmund Campion, William Byrd, el cambio de trono de católico a anglicano y viceversa… ¿por qué atraen tanto nuestra imaginación?
-Creo que atrae la imaginación porque es una batalla por el alma misma de la nación.
También es una batalla entre aquellos cuyo tesoro está en las cosas mundanas y aquellos cuyo tesoro está en el cielo. Los que ganaron políticamente en la guerra contra Cristo, crucificándolo en la tortura y muerte de los mártires ingleses, han tenido su recompensa, al igual que los mártires canonizados y beatificados. ¿En el lugar de quiénes preferimos estar? ¿Quiénes son los verdaderos vencedores?
Kevin Turley entrevista a Joseph Pearce para EWTN sobre la historia espiritual y literaria de la Inglaterra católica mientras pasean por el santuario de Walsingham.
-¿Cree que el abandono de la Iglesia por parte de Inglaterra ha conducido a una secularización continua, aunque el país siga siendo ostensiblemente cristiano?
-Insisto en que la verdadera Inglaterra nunca ha abandonado la fe. Testigo de ello es la resurrección de la fe católica en Inglaterra a mediados del siglo XIX, después de tres siglos enteros de implacable persecución. También la conversión e influencia de San John Henry Newman. O el renacimiento cultural católico. O Hopkins, Belloc, Chesterton, Benson, Knox, Waugh y Tolkien, por nombrar solo unos pocos nombres ilustres.
»Sin embargo, creo que el secularismo radical de la cultura británica es una consecuencia del cinismo que surgió del establecimiento de una religión estatal, que nunca fue popular entre el pueblo inglés; primero porque se le impuso en contra de su voluntad y más tarde porque se consideró demasiado mundana en su relación con las instituciones del Estado británico secular.
-¿Cree que hay alguna esperanza de que Inglaterra encuentre el camino de vuelta a la fe?
-Por supuesto. Como proclama el famoso himno Faith of Our Fathers: «Las oraciones de María ganarán nuestro país de vuelta a Ti y, a través de la verdad que viene de Dios, Inglaterra será entonces realmente libre».
«Faith of our fathers [La fe de nuestros padres]» es un himno compuesto en 1849 por Frederick William Faber, anglicano converso al catolicismo y ordenado sacerdote, en homenaje a los mártires de la persecución de Enrique VIII. En ámbitos protestantes también se canta, cambiando los párrafos que aluden a la intercesión de la Santísima Virgen. Pincha aquí para seguir la letra en esta interpretación tras una misa en Shafter (Texas).
»El santuario de Nuestra Señora de Walsingham atrae a más peregrinos que nunca desde la Edad Media. ¡La Reina ha regresado! ¡Todo lo que necesitamos es un milagro! Tal vez su intercesión pueda proporcionarlo.
-¿Hubo algo que aprendió mientras escribía el libro que le sorprendiera, o que incluso alterara la trayectoria de lo que estaba escribiendo?
-Aprendí mucho, pero en realidad fue añadir carne a los huesos que ya conocía. La escritura del libro me ha permitido acercarme al verdadero y noble corazón de mi patria. Ahora conozco mi propio país más íntimamente que nunca. ¡Qué bendición!
-¿Qué espera que saquen los lectores de este libro?
-Creo que cada nación de la cristiandad tiene su verdadero ser, su carácter esencialmente cristiano del que cada generación ha dado testimonio. Espero que la gente de otras naciones que lea mi libro trate de saber más sobre su propia y verdadera herencia. Tal vez mi libro pueda inspirar a otros a escribir historias de la verdadera Irlanda, la verdadera Escocia, el verdadero Gales, la verdadera Francia, la verdadera Alemania, la verdadera España y los verdaderos Estados Unidos.
-¿Hay algo más que le gustaría añadir?
-Solo que la escritura del libro ha sido una bendición sin paliativos más allá de mis deseos. Domine, non sum dignus!
Traducido por Verbum Caro.