Nos enseña Santo Tomás de Aquino lo siguiente, de forma clara y puntual: “La humildad dispone para acercarse libremente a los bienes espirituales y divinos” [Cf. Suma Teológica, 2-2, q. 161, a. 5].
La llave, la médula, la pieza para completar el acertijo de cómo alcanzar la santidad se llama la humildad. Esta virtud es malinterpretada y tergiversada por una amplia cantidad de Católicos que han sido malformados en la vida espiritual, tristemente esta virtud es tratada como una debilidad forzada, una pusilanimidad de espíritu, aniquilamiento de la fortaleza, y un maniqueísmo cuasi-virtuoso . El esplendor de esta virtud es casi insondable, a tal punto que las ideas erróneas previamente mencionadas, son diametralmente diferentes a lo que verdaderamente es la dulce virtud de la humildad. Si se pudiera resumir la virtud de la humildad en una oración sería: Aquella virtud…
Autor: redaccioninfovaticana
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