Tengo 35 años y soy de los que, desde chico o pequeño, ha creído en Jesús, en la Iglesia, en todo lo que ello significa porque lo he experimentado y, además, me parece algo razonable, inteligente e interesante. El otro día, me dije, ¿ha valido la pena? Digo, porque obviamente como cualquier hijo de vecino he tenido mis dificultades, pero ¿ha valido la pena creérmelo?, ¿no habría sido mejor descubrirlo años después y así haberme ahorrado tanto recorrido? La realidad es que no. Cada uno tiene su proceso y, si bien a mí me tocó de niño, ha sido la mejor decisión creer en él y tratar, en lo posible, de hacer las cosas teniéndolo como eje o clave a seguir.
Autor: Carlos J. Díaz Rodríguez
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