Cuando Mónica Cáceres recuerda su infancia, la resume como corta… y lejos de la Iglesia, que para ella era «una secta». Educada en una familia culturalmente católica pero no practicante, pronto empezó «a vivir en el mundo» a pasos agigantados. Agotada, incapaz de «seguir el ritmo» y con la vida «destrozada», llegó a pensar en el suicidio… hasta que un cristiano evangélico le presentó el camino, sin quererlo, hacia la Iglesia. Seguirlo dependía de ella.
«Viví muy rápido, creyéndome más mayor de lo que era. Empecé a fumar con once años, a beber con doce y mi primer novio serio fue con trece. Estuvimos siete años y vivíamos como si estuviéramos casados»: así es como Mónica recuerda su infancia tardía en Cambio de Agujas.
Lo hacía, en parte, influida por las largas horas que pasaba frente a la televisión, queriendo dedicar su vida a «imitar las cosas que veía», explica.
Con 16 años le…
Autor: José María Carrera
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