Vivimos unos tiempos extraños. Todo el mundo reclama sus derechos, pero nadie reconoce sus deberes. Lo que uno desea se convierte en argumento suficiente para exigir, para legislar, para decidir. La voluntad personal se ha convertido en el nuevo ídolo. Basta con decir “porque quiero”, “porque lo siento así” o “porque me da la gana” para convertir cualquier capricho en un derecho con legitimidad moral.
Autor: José Carlos Súbtil
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