(Matteo Matzuzzi en Il Timone)–Desde hace cinco años, una violenta persecución contra la Iglesia católica tiene lugar en Nicaragua. El obispo Rolando Álvarez está encerrado en una cárcel cuyo apodo es «el infierno«.
Las cifras rara vez mienten: en cinco años, 529 episodios de hostilidad, 37 religiosos exiliados, 32 religiosas expulsadas. La Iglesia no solo es perseguida en África, Oriente Próximo y Extremo Oriente. Si hay un país donde la libertad religiosa se ha convertido en una quimera, ese es Nicaragua, gobernada con mano de hierro por Daniel Ortega y su esposa, la “vicepresidenta” Rosario Murillo. Cinco años de sufrimiento para la Iglesia local, considerada culpable de connivencia con el enemigo, que en este caso es la multitud de jóvenes que decidieron salir a la calle a protestar contra la reforma de las pensiones a principios de 2018. El informe de la…
Autor: redaccioninfovaticana

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