Jesús conoce nuestras debilidades y nuestros pecados, pero no utiliza este conocimiento «para señalarnos con el dedo, sino para abrazar nuestra vida, liberarnos de nuestros pecados y salvarnos». En sus palabras en el Ángelus de este IV Domingo de Cuaresma, el Papa Francisco invitó a los fieles a considerar que Jesús no vino al mundo para condenar, sino para salvar. El pasaje litúrgico del Evangelio narra el encuentro y la conversación del Maestro con Nicodemo, fariseo y uno de los jefes de los judíos. Es a él a quien Jesús explica su misión.
El Papa observó que Cristo muestra a menudo que es capaz de ver en profundidad el corazón y el pensamiento de las personas a las que se acerca, cuyas intenciones y contradicciones desvela: “Ante Jesús no hay secretos: Él lee en el corazón de cada uno de nosotros. Y esta capacidad podría ser perturbadora porque, si se mal…
Autor: ReL
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