En un mundo cada vez más competitivo basado en plazas de trabajo profesional con requisitos elevados en el nivel de conocimientos que debe tener el que vaya a aspirar para dicho cargo, se vuelve de imperante necesidad armarse de títulos universitarios, doctorados, maestrías, y diplomados, con el fin de poder demostrar la erudición de uno.
Por medio de los conocimientos que uno tiene, puede alcanzar nuevas cimas para uno mismo, siempre y cuando sean la voluntad de Dios en cada una de nuestras vidas. Mientras avanza el mundo, las exigencias crecen; en cambio, girando la mirada hacia la situación eclesial actual, vemos todo lo contrario. Observamos una relajación casi total de las expectativas de conocimiento para los laicos, una desidia abrupta por parte de los pastores de las almas en negarse, no solamente a dejar de lado la enseñanza de lo más elemental, sino de descartar la…
Autor: redaccioninfovaticana
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