Estuve enfermo. Así de taxativo lo dijo, mientras todos alrededor se miraban unos a otros sin saber qué decir. Pero luego redondeó todavía más una extraña lista de cosas que a todas luces resultaban incomprensibles. Era una retahíla de desgracias encadenadas unas con otras como quien relata sus desventuras en una película de miedo. Estuve enfermo. Esta era la realidad. Y ¿de qué enfermedad? Entonces él dijo: de todas. Porque toda dolencia que sufra cualquier persona me duele a mí también. La mirada de aquellos contertulios albergaba su pregunta secreta que nadie se atrevía a formular. Todos quedaron en vilo ante lo que no sabían por dónde podría llegar ni en qué consistiría.
Autor: Monseñor Jesús Sanz Montes
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