XXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo B)
Marcos 7, 31-37
El pasaje del Evangelio nos refiere una bella curación obrada por Jesús: «Le presentaron un sordomudo que, además, hablaba con dificultad, y le rogaron que impusiese la mano sobre él. Él, apartándose de la gente, a solas, le puso sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: Effatá!, que quiere decir: ¡Ábrete! Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente».
Jesús no hacía milagros como quien mueve una varita mágica o chasquea los dedos. Aquel «gemido» que deja escapar en el momento de tocar los oídos del sordo nos dice que se identificaba con los sufrimientos de la gente, participaba intensamente en su desgracia, se hacía cargo de ella. En una ocasión, después de que Jesús había…
Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap
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