El Dios que no se va se hizo visible en Jesús. Y subrayo que no se va porque cuando he tenido alguna dificultad de cierto peso, aunque de momento se sienta desagradable, siempre termina por resolverse con su ayuda. No es magia. El punto es poner de nuestra parte y confiarle el resto, aquello que escapa a nuestro control. Una religiosa Hija del Espíritu Santo, me enseñó a decir en las pruebas: “Jesús, yo confío en ti”. Y es verdad, siempre se hace presente de una u otra manera. Cuando nos vengan las dudas, el efecto de las crisis, no perdamos de vista que Dios no se va. El “yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo…” de Jesús, es una realidad total.
Autor: Carlos J. Díaz Rodríguez
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