Por Randall Smith
El polímata francés Blaise Pascal escribió en su famoso “memorial” sobre su “noche de fuego”: “El Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob – no de los filósofos y eruditos.”
Podemos comprender este deseo de no convertir al Dios personal de las Escrituras en una idea abstracta. Pero hay buenas razones para no enfrentar al Dios “de los filósofos” (especialmente los como Santo Tomás de Aquino) contra el Dios de Abraham, Isaac y Jacob.
Étienne Gilson señaló que hemos vivido tanto tiempo con la noción cristiana de un Dios que es a la vez personal y la causa suprema y fundamental de todas las cosas, que a menudo no nos damos cuenta de que unir ambas realidades fue uno de los grandes logros de la reflexión filosófica cristiana: “Después de tantos siglos de pensamiento cristiano, se nos hace extremadamente difícil imaginar un mundo…
Autor: The Catholic Thing
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