Vivimos en una era en la que la mayor tragedia no es una guerra, ni una enfermedad, ni siquiera un apagón real… sino que se caigan los servidores de Amazon o que Netflix deje de cargar. De repente, millones de personas se quedan paralizadas, mirando la pantalla como si el mundo se hubiera detenido, incapaces de entender que la vida puede seguir sin WiFi. La ironía no tiene límites: hemos construido altares de cables y datos, y ahora nos escandalizamos porque el altar no responde.
Autor: Matilde Latorre de Silva
Cómo afirmar la veracidad de los evangelios
Hay una técnica muy utilizada por los detectives para encontrar información que les ayude a armar el cuadro completo de una escena, es el Soporte Involuntario entre Testigos. Esta técnica…
Articulo Juan Manuel de Prada ‘Un Poco de Paciencia’
Terminábamos nuestro artículo anterior con una observación muy atinada de Concepción Arenal, que nos alertaba sobre los males más pavorosos, que no son los que «las leyes condenan y la…
8 razones que explican por qué muchos católicos ni evangelizan ni se lo han planteado ni plantearán
Dwight Longenecker es un conocido sacerdote católico con amplia experiencia. Converso al catolicismo su camino hacia la Iglesia fue paulatino pues pasó de pastor fundamentalista protestante a evangélico de tipo carismático, luego…



















