«Si tú te haces cauce, Yo me haré torrente», aseguraba Santa Catalina de Siena, que le susurraba Dios al oído. Y, el filósofo Ortega y Gasset, completaba la idea: «Pero el río se abre un cauce y luego el cauce esclaviza al río».
Cualquier persona que desee construir una casa sabe que antes necesitará colocar unos andamios que le permitan llegar a las plantas de más arriba. Entendiendo, sin embargo, que el fin último de ese despliegue de barandillas, plataformas y anclajes es, únicamente, terminarla correctamente para que, un día, pueda ser habitada. Algo muy similar, se podría decir del mundo de la cocina, donde, para hacer un bizcocho, se necesitará, siempre, un buen molde, que impida que la masa, a lo largo de la mesa, se desparrame informe. Siendo consciente, ¡hasta el más cándido pastelero!, que cuando el horno haga su efecto, la horma, indefectiblemente, le será…
Autor: Juan Cadarso
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