“Esto es Francia”. Con este escueto mensaje definía orgulloso Emmanuel Macron, presidente de Francia, la blasfema, zafia e ideologizada hasta el extremo ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de París 2024. La que podía haber pasado como la inauguración más bella de la historia de los Juegos pasará a la historia por su empeño en convertirla en materia woke y en adalid del feísmo.
La diputada francesa, Sandrine Rousseau, no escondía su satisfacción ni qué había detrás de esta ceremonia. Más bien al contrario. Se enorgullecía de lo que representaba y de a quién atacaba. “Esta ceremonia fue la mejor respuesta al ascenso del fascismo y de la extrema derecha. Que el mundo sea woke. Será mucho más bello», afirmaba.
Pero en todo el mundo las reacciones a esta ceremonia no se han hecho esperar, y no sólo desde la Iglesia, que ha denunciado los ataques…
Autor: ReL
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