Todos los matrimonios sufren momentos complicados, discusiones e incluso crisis. Pero para poder salvar la familia es importante atajar el problema de raíz y pedir ayuda si es necesario. De hacerse así, de una crisis matrimonial, una pareja puede salir fortalecida y contemplar asombrada cómo el fruto de esta crisis ha sido una maduración y profundidad de su amor.
Este es el caso de Pedro y María, nombres ficticios con los que pretenden quedar en el anonimato. Este matrimonio entró en una fuerte crisis cuando nació su primer hijo. Sin embargo, antes de que acabara en ruptura pidieron ayuda al Centro de Orientación Familiar (COF) de Zaragoza, donde fueron atendidos y su matrimonio se salvó.
En esta entrevista hablan de su conflicto conyugal, de lo que les separaba y cómo el COF acabó siendo una ayuda fundamental para su matrimonio:
-¿Podéis compartir en qué momento se desencadenó una crisis conyugal, y los detonantes?
-A lo largo de nuestra relación (llevamos 8 años casados), hemos tenido pequeñas crisis por distintos motivos, conflictos, diferencias… En particular, esta crisis de la que vamos a hablar se desencadenó tras el nacimiento de nuestra primera hija. Podría decirse que ya veníamos de un embarazo complicado, con muchas inseguridades y diferentes maneras de llevar y gestionar la llegada de nuestro primer bebé. Era la primera hija, primera nieta, primer recién nacido entre la cuadrilla de amigos…y a pesar de la ilusión por acoger la nueva vida que Dios nos regalaba, estábamos muy blanditos e inexpertos.
Además de un embarazo malo de muchos vómitos y náuseas también fue un parto difícil, algo traumático para María como mujer, así como el postparto y lactancia y todo lo relacionado con el puerperio. No llegó a ser depresión postparto pero sí María estaba completamente absorbida por el bebé y centrada en su papel como madre. A su vez, Pedro, aunque muy feliz por convertirse en padre, seguía demandando su papel como hombre en la pareja, el cual María no valoraba ni reconocía ni era capaz de ver.
-Entonces, ¿qué ocurrió?
-Durante cinco meses hubo muchos desencuentros, no hubo ningún tiempo de relación sexual, ni tan apenas contacto físico. Aprendimos a criar a nuestro bebé, pero estábamos centrados solo en nuestro papel como padres. Esto se convirtió en una dolorosa brecha para los dos. Una pareja joven, recién casada, sin poder “funcionar sexualmente”, nos parecía una contradicción… nos empezó a crear agobio y dolor. Cuánto más lo hablábamos, peor se ponía la cosa. Cuánto más pedía Pedro, menos quería María. Cuanto menos quería María, más pedía Pedro… Así que llegó un punto en que estábamos tan bloqueados que tuvimos que pedir ayuda externa porque nosotros solos no sabíamos salir de ahí. En nuestro caso, al COF.
– ¿Cuáles fueron vuestras reacciones?
-La verdad, es que cierto victimismo sí que vivimos los dos. María se sentía “acosada” o presionada para tener relaciones sexuales cuando no tenía ninguna ganas ni fuerzas físicas, ni podía entender que Pedro no viera toda su implicación como madre y su desgaste físico para ello. A la vez, Pedro se sentía rechazado, nada aceptado ni valorado por ella y no podía entender que de un día a otro su mujer ya no pareciera que fuera su mujer, sino que solo pareciera ser madre.
Pero los dos, teníamos la fuerza interior que nos ponía el Señor para intentar poner de nuestra parte lo que hiciera falta para arreglar lo que estaba roto, buscar soluciones que pudieran ayudarnos a los dos. En ningún momento pensamos que fuera el fin ni que nuestra pareja no tuviera sentido. Fue muy doloroso y ambos vivimos mucha soledad pero los dos queríamos restaurar nuestra relación de pareja. Nos podía la esperanza de que nuestro matrimonio podía seguir funcionando como habíamos soñado. Sobre todo, Pedro insistía en que teníamos que buscar ayuda profesional porque le estaba ocasionando mucho sufrimiento esta situación.
– Decidisteis acudir a un COF (Centro de Orientación Familiar) a solicitar ayuda más profesional ¿por qué?
-Como decíamos, vimos claramente que nosotros por nosotros mismos no podíamos salir de esa dureza a la que habíamos llegado. Habíamos intentado hablar, aplicar consejos que habíamos oído… pero nada funcionaba. Conocíamos el COF por unos amigos, y pensamos que era la mejor vía para intentar empezar de nuevo con algo tan delicado como nuestra sexualidad. Necesitábamos ayuda de un especialista que además entendiera y respetara nuestros principios cristianos. Sabíamos que en el COF solo nos podían ayudar a unirnos, y con poco, teníamos la certeza de que sería para bien. Nos daba corte también, claro. Pero sabíamos que había confidencialidad absoluta y la verdad, teníamos que probar, porque a peor no podríamos ir.
-¿Qué os encontrasteis en el COF diocesano de Zaragoza?
-En verdad, nos aportó lo que en ese momento necesitábamos. En primer lugar, el hecho de sentirnos escuchados, acogidos, para nada juzgados, ya fue una liberación. Escuchar al otro y a uno mismo delante de un profesional en sí mismo ya es sanador y reparador. Además, María descubrió la importancia de volver a ser mujer antes que madre y Pedro descubrió la importancia de respetar los tiempos de María para un acercamiento más íntimo. Por supuesto, el secreto de sumario ante nuestro problema, nos dio confianza y seguridad para avanzar.
-¿Lo recomendaríais a otros?
Por supuesto que lo recomendaríamos, ¡ya lo hacemos! No solo a nivel de pareja, sino a nivel familiar. Hay muchas situaciones cotidianas que se nos escapan, que no sabemos controlar y que producen dolor, distancia y profundas heridas en las relaciones con nuestros hijos…pareja… y no pasa nada por pedir ayuda, igual que vamos al médico de cabecera o al oculista, cuando algo está fallando en nuestra dinámica de pareja o familiar, ahí el COF tiene mucho que hacer, sabemos de otras parejas que también les han ayudado y confortado en sus problemas.
-¿Cómo ha influido la fe en vuestra mejora conyugal?
-Desde luego, el Señor es el motor de nuestra vida. Fue Él quien nos guio a pedir ayuda, a reconocer que solos no podíamos salir de ahí, y por supuesto, fue Él quien nos enseñó a pedir perdón y perdonar. Sin el perdón, no hay terapia que pueda funcionar. Y el perdón solo te lo puede dar Dios. Me alucino al pensar que lo imposible se convierte en posible con Él. Y lo que parecía una relación rota, terminada…. ha podido avanzar y dar tanto fruto.
En aquellos momentos, al igual que en otras crisis distintas y posteriores, la oración en pareja ha sido un punto de encuentro para nosotros dos. Nos hace volver a empezar y sentir aquello de “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5) y por supuesto, la oración comunitaria así como acudir a los sacramentos juntos, poniendo la mirada en Jesús, nos hace encontrarnos con un amor nuevo que sentimos nos trae a través de nuestra pareja. Ponerlo todo en sus manos y fiarnos de Él nos crea confianza y libertad.
-¿Podríais dar un mensaje a aquellos matrimonios que puedan estar leyendo este reportaje y que quizás están pasando momentos de oscuridad?
-Hay varias frases que nos gustan y nos repetimos muchas veces porque nos hacen sonreír y volver a lo esencial. Por ejemplo, “no existen parejas perfectas, solo existen parejas que se aman” y “más vale amar que tener razón”.
Parece como imposible amar de esa manera hasta el punto de dar la razón al otro. Pero con Jesús todo es posible, incluso lo imposible, y si crees que no puedes amar de verdad, que ya no hay solución para vosotros, habla con Él, pídele su Espíritu Santo, porque de verdad, Él actúa y puede obrar en vuestro matrimonio a través del perdón. Para nosotros también es muy importante vivir la fe en comunidad y pasar tiempo con otras parejas, otras familias con las que compartir y aprender.