Queridos lectores, en mi post anterior, apuntábamos cómo los pecados de la carne tienen una especial peligrosidad, por no ser tan evidente su malicia como en el caso de otros pecados y por tratarse de pecados, en su mayoría, fáciles de perpetrar y bastante placenteros en su comisión. Es indudable que, por eso, Satanás trata de aprovechar esos pecados al máximo para arruinar nuestra eternidad (y, en lo posible, también esta vida presente). En el post anterior, asimismo, quise poner de manifiesto la malicia de estos pecados. Vamos a ver ahora cómo combatirlos, dada la segunda característica que mencionábamos: Su facilidad de comisión y el placer que conlleva.
Sobre este asunto, algunos lectores, en los comentarios al post anterior, ponían el acento en el pecado de gula. No es mi intención subestimar en absoluto esa clase de pecado, pero me van a permitir que nos…
Autor: Lina Veracruz
Comulgar en la boca en época de pandemia
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7 pasos para una parroquia: de tener «consumidores de sacramentos» a multiplicar los discípulos
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