Si algo nos enseña el estudio de la naturaleza humana es que su vocación religiosa es irrefrenable; incluso quienes ingenuamente se creen ateos, no hacen otra cosa sino desviar su vocación religiosa hacia ídolos a los que entregan todas sus potencias, llámense dinero, sexo o ideología (suponiendo que no sean todos el mismo ídolo).
Analizando a fondo la conducta del ser humano, en cualquier época y circunstancia, descubriremos que, junto a la necesidad de atender sus necesidades puramente fisiológicas, existe en él una necesidad que lo distingue de cualquier animal, que es la necesidad de Dios. El hombre reconoce su pequeñez, ante la grandeza inabarcable de la Creación; y reconoce también que en medio de esa grandeza le ha sido asignada una misión especial entre todas las criaturas. Entonces el hombre siente la necesidad, en comunión con otros hombres, de adorar a su…
Autor: Juan Manuel de Prada
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