Las dos ciudades, la de Dios y la de los hombres, en San Agustín, no están claramente delimitadas: su relación es de permanente conflicto.
La ciudad del hombre y la ciudad de Dios
Agustín, a lo largo de sus obras, trató el problema de la voluntad humana y de la tensión entre la búsqueda de la felicidad verdadera dada por los objetos de disfrute (aquellos fines que se buscan por sí mismos, sin miras a otra cosa, como por ejemplo, las virtudes morales) y la búsqueda mal encaminada de los objetos de uso (aquellas cosas que buscamos solo para un fin posterior, como por ejemplo los bienes materiales o el poder político).
Así como el individuo libra una lucha interna entre su voluntad buena y su voluntad pecaminosa, así también la “ciudad de los hombres” está en una dialéctica entre la búsqueda de la paz y la tendencia a la guerra, entre la justicia eterna y la…
Autor: Albert Cortina
Los 12 pasos que nos llevan a la esclavitud del orgullo, según San Bernardo
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