Autor: Alfonso V. Carrascosa / ReL
Se cumple este año 2022 el 75 aniversario de la puesta en marcha del Instituto Miguel de Cervantes de Filología Hispánica del CSIC, que sobrevive a partir de 2007 como Instituto de Lengua, Literatura y Antropología de dicho organismo.
Este instituto de Filología Hispánica nació en 1947 para dotar al idioma español de órganos propios para su estudio sistemático y exhaustivo, ya que la fecunda diversidad de la filología moderna había ido creando nuevos campos de investigación lingüística fuera de los sectores que secular y certeramente venía cultivando la Real Academia Española de la Lengua.
A la inauguración del instituto asistieron, además del Ministro de Educación y presidente fundador del CSIC Ibáñez Martín, Julio Casares Sánchez, que sería su primer director, el obispo Eijo-Garay, de Madrid, y quien sería designado presidente del mismo, nada menos que Ramón Menéndez Pidal. Como vicedirectores del recién creado instituto se nombró a Joaquín Entrambasaguas y Dámaso Alonso, y secretario fue Rafael Balbín de Lucas.
El fundador, Julio Casares: músico, diplomático, crítico, lingüista…
Julio Casares Sánchez nació en Granada en 1877 y falleció en Madrid en 1964. En este 2022 se cumplen 145 años de su nacimiento. Fue lexicógrafo, diplomático, crítico literario y traductor. Fue el director fundador del Instituto Miguel de Cervantes de Filología Hispánica del CSIC.
La tesis doctoral de E.I. García Girón sobre Julio Casares Sánchez recoge que provenía de una familia tradicional católica, de diez hermanos, de padre empleado de telégrafos y que estudió con los religiosos escolapios de Granada.
En sus memorias (inéditas, pero citadas por García Girón) alaba con gratitud su paso por las Escuelas Pías. «Citaré tan sólo el hecho, cuyo mérito excepcional apreciarán los doctos, de que un maestro ilustre, que no citaré para no ofender su modestia, lograse hacerme fácil y atractivo el aprendizaje del latín ¡a la edad de nueve años!», explica refiriéndose al padre escolapio Jiménez Campaña.
A los cinco años tuvo su primer violín, a los nueve dio su primer concierto en ‘Conciertos sinfónicos de la Alhambra’, siendo calificado de niño prodigio por la prensa. Se trasladó a Madrid con toda la familia, donde siguió estudios musicales en el Real Conservatorio. Allí conocería a su novia, que terminaría siendo su esposa, con la que formó una numerosa familia. Tocó en el Teatro Real y otros lugares de Europa, pero abandonó la carrera musical ya a los 15 años. Según la tesis de 2005 de Elisa Isabel García Girón, hacia 1898 Casares ya era capaz de traducir de más de 20 idiomas, «caso extraordinario reconocido internacionalmente».
Se licenció en Derecho, renunció a una plaza a Correos y Telégrafos, ganada por oposición, y sacó otra de Joven Aspirante a Lenguas. Comenzó su carrera diplomática como funcionario en París, aprendió japonés en la Escuela Superior de Lenguas Orientales y se estableció en Japón. Consiguió una plaza de traductor de lenguas escandinavas en la Oficina de Interpretación de Lenguas del Ministerio de Estado, en donde poco después (1915) ascendió a jefe de Interpretación de Lenguas, puesto que ocupó hasta su jubilación en 1947. Casares fue lector empedernido de Fray Luis de Granada y de san Juan de la Cruz.
Como diplomático, fue en 1921 designado representante de España en la Sociedad de Naciones, donde llegó a proponer el conocido como ‘Tratado Casares’ que regulaba la lucha contra la droga y el control contra los estupefacientes. Apoyó la neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial.
Se suele considerar que entre 1875 y 1936 se dio una Edad de Plata de la cultura española, la mayor parte bajo la monarquía católica y parlamentaria de Alfonso XIII. Un signo de la relevancia de Casares es que en esta época fuera elegido para la Real Academia Española en 1921, y secretario perpetuo pocos meses antes de estallar la Guerra Civil.
Un crítico cultural influyente y popular
Como crítico literario obtuvo prestigio en el mundo cultural madrileño. Sus artículos fueron publicados en varios libros, tales como Crítica profana (1916), Crítica efímera (1919), El humorismo y otros ensayos (1941), El diccionario como instrumento y el diccionario como símbolo (1942), Divertimentos filológicos (1947), Cosas del lenguaje (1961) y Novedades en el diccionario académico (1965).
Publicó además dos diccionarios bilingües: el Nuevo diccionario francés-español y español-francés (1911) y el Diccionario breve francés-español y español-francés (1921).
En 1942 apareció su obra más conocida: la primera edición del ‘Diccionario ideológico (de la idea a la palabra y de la palabra a la idea)’, obra en la que «por primera vez la totalidad del vocabulario español aparecía como un cosmos ordenado…».
En su obra ‘Crítica efímera’ (1919) manifestó sin ambages su profundo respeto a la fe católica. Propugnó una modernización, internacionalización, de la sociedad, sin renunciar al catolicismo. Rechazó los anticlericalismos y las políticas y políticos que los defendieron. Manifestó su desacuerdo con posturas extremas como el control ideológico ejercido en Rusia por el comunismo. También rechazó el fascismo y los asesinatos planificados en los campos de concentración.
Cuando dos milicianos del Frente Popular detuvieron a Casares
Cuenta en sus memorias que durante la Guerra Civil en la calle Arturo Soria de Madrid le detuvieron dos milicianos del Frente Popular que le hicieron subir a un camión. Vio muy cercana la posibilidad de que le mataran. En las memorias escribe: «La primera reacción, recuerdo, fue la de encomendarme a Dios, pedirle un acto de verdadera contrición y a ser posible, ánimos para morir con dignidad». Se salvó porque llevaba encima su carnet de Delegado en la Sociedad de Naciones. «Tenemos mucho trabajo que hacer», dijeron los milicianos liberándole.
Él escribió: «Cuando acabe la Guerra, si Dios quiere que se acabe como esperamos las personas decentes, se publicarán por docenas en forma cruda o novelada, testimonios directos e irrecusables de quienes presenciaron las atrocidades más abyectas y monstruosas que puede concebir una mentalidad criminal. Estos relatos darán, a quien quiera informarse, una visión aproximada del infierno que estamos viviendo varios millones de personas».
«Como hombre muy creyente, se sintió, al menos atraído, por todos aquellos grupos que otorgaron prioridad a los ideales de la fe católica», dice la autora de la tesis doctoral. Y añade que vivió un ambiente de «profunda fe y religiosidad, heredada sin recortes».
Julio Casares y su esposa tuvieron 7 hijos, en la foto: Mª Luisa, Julio, Cristian, Pelayo, Lorenzo. Teresa y Guillermo fallecieron a la edad de 7 y 26 años.
Escribió en diarios: en ABC, durante 40 años, también en El Debate, ambos de perfil católico. En la Guerra Civil perdió a un hermano y varios sobrinos. Luego perdería a dos de sus siete hijos, por diversos motivos. Se fue refugiando más y más en su fe, la música y la familia. Poco a poco fue alejándose de la política. Siempre se sintió más cercano a la monarquía parlamentaria y permaneció firme en él el concepto de ética, fe católica y moral sumado a una cierta liberalidad e independencia ideológica.
Una más extensa biografía se encuentra aquí en el Diccionario de Biografías. También hay una web sobre su figura: JulioCasares.es .
Dámaso Alonso: un intelectual y un poeta cristiano
Dámaso Alonso, uno de los vicedirectores que impulsaron el Instituto Miguel de Cervantes, es popular como poeta, erudito y miembro de la Generación del 27.
Fue doctor en Filosofía y Letras, licenciado en Derecho y discípulo de Ramón Menéndez Pidal, que sería presidente de la JAE, trabajando con él en el Centro de Estudios Históricos. Además de impartir clases de Lengua y Literatura Españolas en varias universidades, tanto españolas como extranjeras, ostentó la cátedra de Filología e Historia de la Literatura en la Universidad Central de Madrid.
Colaboró con Revista de Occidente y dirigió la Revista de Filología Española. De particular relevancia en su actividad científica fue precisamente la etapa de vicedirector del Instituto Antonio de Nebrija del CSIC. También fue presidente de honor de la Asociación Internacional de Hispanistas.
Sus estudios sobre la obra de Góngora, el español medieval en Estilo y creación en el Poema del Cid y la obra de san Juan de la Cruz, así como sus incursiones en la dialectología la gramática histórica y la estilística dan buena fe de su capacidad investigadora en filología.
En cuanto a su obra literaria, recibió el Premio Nacional de Literatura (1927), el Premio Fastenrath (1943), el Premio Cervantes (1978) y muchos otros premios. Fue elegido presidente de la Real Academia Española en 1968 y reelegido en cuatro ocasiones más; la última, el 4 de diciembre de 1980. Ocupó el cargo hasta su renuncia en 1982.
Su faceta católica es bien conocida y rastreable en sus ensayos y su poesía. En algunas de sus obras se encuentran multitud de pruebas en este sentido, obras tales como La poesía de san Juan de la Cruz (1942), Hijos de la ira (1944), Hombre y Dios (1955) y Oscura noticia (1959).
Soneto Hombre y Dios (de Dámaso Alonso)
Hombre es amor. Hombre es un haz, un centro
donde se anuda el mundo. Si Hombre falla
otra vez el vacío y la batalla
del primer caos y el Dios que grita «¡Entro!»
Hombre es amor, y Dios habita dentro
de ese pecho y profundo, en él se acalla;
con esos ojos fisga, tras la valla,
su creación, atónitos de encuentro.
Amor-Hombre, total rijo sistema
yo (mi Universo). ¡Oh Dios, no me aniquiles
tú, flor inmensa que en mi insomnio creces!
Yo soy tu centro para ti, tu tema
de hondo rumiar, tu estancia y tus pensiles.
Si me deshago, tú desapareces.
En su funeral, su esposa recitó dos versos de Hijos de la ira:
Virgen María, Madre,/
dormir quiero en tus brazos hasta que en Dios despierte.
Rafael de Balbín, secretario fundador: de la ACdP y el Opus Dei
El secretario fundador del Instituto Miguel de Cervantes del CSIC fue Rafael de Balbín Lucas (1910-1978), que fue miembro de la Asociación Católica de Propagandistas y acabó siendo socio supernumerario del Opus Dei.
Se licenció en Derecho en 1931 en la Universidad de Valencia, y en Filosofía y Letras en 1935 en la Universidad de Zaragoza. Fue presidente de la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos de España el 1934-1935. Su tesis doctoral obtuvo en 1942 el premio extraordinario de doctorado en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid. Fue director del Cervantes desde la muerte de Casares, en 1964, hasta su propio fallecimiento en 1978. En 1943 ganó la cátedra de Lengua y Literatura españolas de la Universidad de Oviedo y, desde 1948 fue catedrático de Gramática general y Crítica literaria en la antigua Universidad Central, y hoy Complutense, de Madrid.
Su colaboración fue crucial para la publicación del ‘Atlas Lingüístico de la Península Ibérica’ o la ‘Enciclopedia Lingüística Hispánica’, de las que fue director, desarrollándolas en su puesto en el Cervantes de Madrid. También se le debe su aportación a la publicación de las ‘Obras Completas de Menéndez Pelayo’. Fue especialista en la obra de Bécquer y las relaciones de ritmo y expresividad del español. Ganó el premio CSIC. Fue subdirector de la ‘Revista de Filología Española’.
De Menéndez Pidal y su esposa María Goyri, ambos también relacionados con el Instituto Cervantes de Filología Hispánica del CSIC, fundado hace ahora 75 años, ya hemos hablado aquí en ReL.
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