El orgullo es un pecado que puede manifestarse de diversas formas y llevarnos por un camino de autodestrucción espiritual. Continúa leyendo este artñiculo para conocer cuales son los pasos que nos llevan a la esclavitud del orgullo.
Los sermones de San Bernardo de Claraval (1090-1153), en las que habla de los doce grados de la humildad de San Benito de Nursia (480-547), fueron tanto del agrado de Geofredo de la Roche, entonces abad de Fontenay, quien pidió que los pusieran por escrito. Los grados del orgullo resaltan los grados de su virtud contraria, lo que el santo hizo introduciendo en el texto algunas dosis de mordacidad y humor.
El Tratado sobre los grados de humildad y orgullo, compuesta en torno a 1121.
Monseñor Charles Pope, párroco en Washington, D.C., quien también es conferencista en Estados Unidos, ha dedicado a esta obra de San Bernardo un post de su blog. En este, resume los doce pasos, que pueden llevarnos de manera inconsciente, desde rasgos casi triviales de orgullo, a las peores muestras de soberbia satánica.
“Observa cómo los doce pasos se van haciendo progresivamente más serios y conducen al final a la esclavitud del orgullo”, nos comenta Pope: “Cada paso tiende a poner los cimientos del siguiente, empezando por una idea, moviéndose luego al comportamiento, para acabar hundiéndose en actitudes de presunción y por último a la rebelión y la esclavitud del ogurllo familiar. Porque, cuando uno no sirve a Dios, sirve a Satanás“.
1. Curiosidad
Nos dice monseñor Pope, que existe curiosidad sana que no se debería profundizar “donde no debería”. Es decir, en los asuntos privados de los demás, situaciones pecaminosas, etc. “Que pensamos que tenemos derecho a saber cosas que no tenemos derecho a saber”. Y esa mirada de esclavitud de orgullo e indiscreta cae entonces sobre asuntos “que no nos convienen o nos distraen, o que superan nuestra capacidad de abordarlos bien”.
2. Ligereza de pensamiento
Existe un “sentido del humor que es razonable” y “alguna diversión recreativa. Pero, con demasiada frecuencia, eso es lo único que hacemos, y dejamos de lado asuntos que deberíamos abordar seriamente. Al ignorar o trivializar las cosas serias que hacen referencia a la eternidad y dedicarnos solo al entretenimiento y las cosas pasajeras”, nos dice con pesar, que “estamos abandonando asuntos que tendríamos que atender”.
Debemos ser consecuentes y no dedicar horas a temas superficiales como ver televisión por horas y no dedicar ni siquiera minutos a la oración, a la atención a los pobres o a nuestra formación cristiana y la de nuestros hijos, esto es esclavitud del orgullo porque “dejamos de lado lo que es importante para Dios y lo sustituimos por nuestras fútiles prioridades”.
3. Vana alegría
Podemos resumirlo como “comportamientos frívolos” que hacen que le demos importancia a las experiencias más superficiales en lugar de las más profundas. Debemos tener experiencias “que le importan a Dios”. Por lo tanto, no dar facilidades a que nuestro orgullo “maximice lo inferior y minimice lo superior”.
4. Jactancia
“Cada vez más encerrados en nuestro pequeño mundo de una inteligencia oscurecida y un comportamiento atolondrado, empezamos a disfrutar con las actividades más viles y carnales, y a considerarlas un signo de grandeza, empezamos a presumir de tonterías”, describe Pope. La jactancia consiste en “hablar y pensar de uno mismo mejor de lo que es verdadero y razonable”. Debemos apreciar los dones que hemos recibido, pero que “Dios nos los da y los demás nos ayudan a desarrollarlos”.
5. Singularidad
“Nuestro mundo es cada vez más pequeño y sin embargo, lo que pensamos de nosotros mismos es cada vez más grande. Olvidamos nuestra dependencia de Dios y de los demás, y quiénes y qué somos”. En consecuencia, esto nos hace reflexionar sobre el self-made, man u hombre hecho a sí mismo, llegando a pensar que las cosas son como creemos que son: “Aferrados solo a nuestra propia opinión, descartamos las evidencias de la realidad dejamos de buscar la información y el consejo de los demás… Nuestro mundo se hace cada vez más singular, centrado cada vez más solo en nuestro propio yo”.
6. Arrogancia
Los podemos describir como “la opinión injustamente favorable e indebidamente elevada que uno tiene sobre su capacidad y su valor”. Logrando que nuestro propio orgullo cada vez sea más grande, haciendo que nuestro mundo sea más pequeño cada vez. “Somos ciegos a lo difícil que resulta vivir con nosotros.
Vemos fácilmente las faltas de los demás y ninguna en nosotros mismos. Empezamos a compararnos favorablemente con los demás: ‘Yo no soy como esas prostitutas o como esos traficantes de droga’. Pero nuestro modelo no son las prostitutas y los traficantes, sino Jesús”. Debemos compararnos con Jesús y rogar por su misericordia, sin compararnos con quienes miramos de reojo, sobre el hombro.
7. Presunción
“En este nivel, incluso el juicio de Dios debe ceder al nuestro”, lamenta Pope. Creemos que estamos salvados, pero en realidad estamos pecando contra la virtud de la esperanza: “Es esperanza confiar en la ayuda de Dios para alcanzar la vida eterna. Es orgullo pensar que ya tenemos lo que no tenemos todavía. Dejamos de lado la Palabra de Dios, que nos pide vernos como mendigos de la ayuda de Dios, y no como ya poseedores del título de la gloria celestial”.
8. Justificación del mal
Creemos que nadie nos puede juzgar, que sólo importa nuestro propio juicio, incluso llegamos a creer que “Él debe dejar la Cruz porque en realidad no necesito Su sacrificio. Puedo salvarse por mí mismo, pero, la verdad, tampoco necesito demasiada salvación”. No podemos ni debemos auto-justificarnos ni pensar que “haré lo que yo quiera y yo decidiré si está bien o mal”.
9. Hipocresía
Si sabemos reconocer y afrontar nuestras faltas, y tomar consciencia que somos pecadores, nos estamos volviendo más humildes. Sin embargo, cuando el hombre es sometido a la esclavitud del orgullo “solo está actuando”, dice Pope, más para lograr el reconocimiento social que por que tenga una contrición o arrepentimiento reales.
10. Rebelión
“El orgullo empieza a salirse realmente de control, cuando uno se rebela directamente contra Dios y sus representantes legítimos”, explica Pope: “Rebelarse significa renunciar a la lealtad o a cualquier sentido de la rendición de cuentas ante Dios o de la obediencia a Él, a su Palabra o a su Iglesia. Rebelarse es intentar derrocar la autoridad de otros, en este caso de Dios y de su Iglesia. Es orgulloso rechazar cualquier autoridad, y actuar de forma directamente contraria a lo que ordenan rectamente las autoridades legítimas”.
11. Libertad en la viciosa complacencia
Aquí, el orgullo está en una máximo nivel porque “afirma con arrogancia que se siente totalmente libre para hacer lo que le plazca. El hombre orgulloso rechaza cada vez más toda restricción o límite”. “En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo” (Jn 8, 34), dijo Jesús: “el orgulloso se hunde tanto más profundamente “en la adicción y la esclavitud del orgullo” cuanto más alto proclama su absoluta libertad para obrar a su capricho”
12. Hábitos de pecado arraigados
Es “la flor más plena y más fea del orgullo”, dice Pope: “El pecado habitual y la esclavitud a él”. Como lamentaba San Agustín en las Confesiones (VIII, 5): “Mi voluntad perversa se hizo pasión, la cual, servida, se hizo costumbre, y la costumbre no contrariada se hizo necesidad”.
Este es el resumen que nos da Monseñor Pope, empezamos con una curiosidad “sana”, volviéndonos cada vez más frívolos, convirtiéndonos en presuntuosos y despectivos, cuando debemos luchar contra la esclavitud del orgullo. “La esclavitud proviene de que si uno rechaza servir a Dios por orgullo, acaba sirviendo a Satanás”.
El pecado de la esclavitud de orgullo puede manifestarse de manera gradual
Los doce pasos de la esclavitud del orgullo son una descripción de cómo este pecado puede manifestarse de forma gradual, desde pequeñas vanidades hasta la rebelión contra Dios. La esclavitud del orgullo nos aleja de Dios y nos lleva a la esclavitud del pecado. Para evitarlo, debemos cultivar la humildad, que es la virtud contraria al orgullo.
La humildad nos ayuda a:
- Reconocer nuestras faltas y debilidades.
- Buscar la ayuda de Dios y de los demás alejándonos así de la esclavitud del orgullo.
- Servir a Dios y a los demás con amor.
Los doce pasos de la esclavitud del orgullo nos muestran cómo este pecado puede destruir nuestra vida espiritual. Debemos luchar contra la esclavitud del orgullo y cultivar la humildad para vivir una vida cristiana plena. La esclavitud del orgullo es un pecado que puede llevarnos a la condenación eterna, la humildad es una virtud esencial para la salvación, hay muchas formas de cultivar la humildad, como la oración, la penitencia y el servicio a los demás.
Fuente: Religión en Libertad