Todas las cosas importantes florecen muy despacio. Muchas veces hay que aceptar largos inviernos de aparente inmovilidad hasta que un día todo amor termina por florecer. Necesitamos aprender a ir paso a paso, con el espíritu sereno y calmo, aprendiendo a sonreír un poco más a las cosas que pasan frente a nuestros ojos. Son tiempos en que habrá que pedirle a Dios la gracia de la mansedumbre, que nos trabaje con suavidad nuestra fortaleza interior y que nos enseñe a seguir apostando a la esperanza, que muchas veces asume la dimensión de lo imposible.
Que acertado y que cierto, ya lo dice el refrán que las prisas nos son buenas consejeras… hacer El Camino! ese es nuestro trabajo para llegar a las puertas de la Eternidad
Gracias Lola. Qué lindo tu comentario!