Es necesario aprender a tener un corazón dócil que se deje trabajar por Dios, que se predisponga a abrirse a la vida, que tenga deseos de aprender, que vaya en busca del asombro, que quite del medio las ataduras y los apegos innecesarios no nos permiten avanzar, que se anime a hacerle frente a las luchas que más cuestan, con serenidad y calma. Cambiar el corazón es sinónimo de conversión interior, es animarnos a desenredar con infinita paciencia nuestra Alma, es volver a descubrir el tesoro que llevamos guardado y recoger lo bueno que Dios sembró desde la eternidad en nosotros.