Meditar sobre los dolores y gozos del tercer domingo en honor a San José fortalece la fe y la confianza en Dios. La intercesión de San José concede esperanza en la vida presente y eterna.
La devoción a San José inspira a amar a Dios y al prójimo con mayor fervor. San José se convierte en un protector y guía en los momentos difíciles.
Oración
Oración Inicial
San José, guardián de Jesús y Casto esposo de María:
empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber,
mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret
con el trabajo de tus manos.
Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a ti.
Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas.
Ellos se dirigen a ti porque saben que tú
los comprendes y proteges.
Tú también supiste de pruebas, cansancio y trabajo.
Pero, aún dentro de las preocupaciones materiales de la vida,
tu alma estaba llena de profunda paz y llena de verdadera alegría,
debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios
que te fue confiado a ti y a la vez a María, su tierna Madre. Amén.
3⁰ Dolor y Gozo
El Nacimiento del Niño Jesús en Belén (y Su Circuncisión a los 8 días).
San José dice:
Agosto 3/2009 (6:30 am).
A los ocho días del nacimiento del Niño Jesús, dando cumplimiento a la ley de Moisés, circuncidé al recién nacido. Mi corazón se sumergió en el dolor, porque por fidelidad a los mandatos divinos tuve que cortar un pedazo de carne al Divino Niño. Niño que derramó por primera vez su Sangre Preciosa.
Niño que lloró desconsoladamente ante su primer sufrimiento. Niño que sería holocausto de amor divino para toda la humanidad. Niño que llevaría sobre sus delicados hombros un gran peso: La salvación de los hombres. Niño que a medida que iba creciendo, crecía en gracia y en sabiduría. Niño que en el momento de la circuncisión cercenó mi corazón; sus lágrimas purificaban, aún más, mi alma, su llanto retumbaba en mis oídos, sus gemidos quebrantaban mi espíritu, su impotencia me llevó a amarle con frenesí, a adorar su Sangre Preciosa.
Sangre que lavaría al mundo del todo pecado. Sangre que purificaría la tierra entera de toda iniquidad. Sangre que blanquearía cada corazón como copo de nieve. Sangre que embriagaría a toda criatura en deseos de santidad. Sangre que arrebataría a todos sus hijos hacia el Cielo.
El Inmaculado Corazón de María fue traspasado por una espada de dolor; sus lágrimas fueron bálsamo sanador para el Niño Jesús, su regazo maternal alivió su sufrimiento, sus besos cicatrizaron la herida de su circuncisión; herida que manaba una fragancia de nardo purísimo de celestial perfume; perfume que seduciría a muchos para seguirle, perfume que eclipsaría de amor a la mayoría de los hombres, perfume que arrasaría con el olor putrefacto del pecado.
Después de este dolor desgarrador mi corazón se inundó de gozo; gozo al escuchar el dulcísimo Nombre de Jesús. Nombre que perduraría por año sin fin. Nombre al que toda rodilla se doblaría. Nombre que haría eco en el corazón de los hombres humildes, sencillos. Nombre que atraería a muchas almas a seguirle. Nombre que sería dulce miel y encanto para las almas vírgenes. Nombre que te llamaría a ti, para hacerte su mensajero y su heraldo.
Querido hijo: vive en plenitud las santas leyes de Dios. Sé sumamente celoso en el cumplimiento de sus preceptos porque en la obediencia se halla la santidad.
Oración Final
¡Oh! San José, cuya protección es tan grande,
tan poderosa y eficaz ante el Trono de Dios,
en tus manos entrego todos mis intereses y mis deseos.
¡Oh! San José, asísteme con tu poderosa intercesión;
consígueme de tu Divino Hijo, nuestro Señor,
todas las bendiciones particulares que necesito,
a fin de que habiendo conseguido aquí en la tierra
la ayuda de tu poder celestial,
pueda ofrecer mi gratitud y homenaje al padre más amoroso. Amén
Promesas
Se han recibido numerosos favores y gracias por la intercesión de San José durante esta devoción. Algunas Promesas devoción 7 domingos San José comunes están relacionadas con la gracia de la paciencia y la protección espiritual. Aquellos que practican la devoción de los 7 domingos en honor a San José con fe y devoción recibirán la gracia de una mayor paciencia en sus vidas, así como la protección de San José en momentos de dificultad.
Origen
La devoción a los 7 Domingos en honor a San José se remonta al siglo XVI, con la aprobación del Papa Sixto V. Esta práctica se extendió rápidamente por la Iglesia, especialmente en España y América Latina. El Papa Gregorio XVI la enriqueció con indulgencias en el siglo XIX, y el Papa Pío IX la consolidó como una tradición piadosa para implorar la protección de San José en tiempos difíciles.
Paciencia que transforma en el tercer Domingo en honor a San José
En el Tercer Domingo de esta sagrada devoción de los Siete Domingos, nos sumergimos en la virtud de la paciencia, descubriendo cómo esta cualidad transformadora puede moldear nuestra vida y abrirnos a la gracia divina.
San José, en su silencio y humildad, se convierte en un paradigma de paciencia. A través de su vida de servicio y obediencia, soportó con calma y resignación los desafíos y pruebas que se le presentaron. En el Tercer Domingo, nos inspiramos en su ejemplo para cultivar la virtud de la paciencia en nuestras propias vidas y aprender a confiar en el plan de Dios, incluso en medio de las dificultades.
Cuando cultivamos la paciencia en nuestra vida a través de las promesas devoción 7 domingos San José, experimentamos una transformación profunda. La paciencia nos libera de la esclavitud de la impaciencia y nos permite vivir en el presente, confiando en que todo tiene su tiempo y propósito. Además, al practicar la paciencia, cultivamos relaciones más saludables, ejercemos la compasión y la tolerancia hacia los demás, y nos convertimos en instrumentos de paz en un mundo acelerado.