Durante el Tercer día de la Novena de los Aguinaldos al Niño Dios se pide al Niño Jesús que fortalezca nuestras debilidades y nos otorgue nuevas energías en nuestras facultades mentales y espirituales, como la memoria y el entendimiento.
Oración
Por la señal de la Santa Cruz,
de nuestros enemigos,
líbranos Señor Dios Nuestro,
en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
Rezamos un Pésame
Pésame, Dios mío,
y me arrepiento de todo corazón
de haberos ofendido.
Pésame por el infierno que merecí
y por el cielo que perdí
pero mucho más me pesa,
porque pecando ofendí
a un Dios tan bueno
y tan grande como Vos.
Antes querría haber muerto
que haberos ofendido;
y propongo firmemente no pecar más
y evitar todas las ocasiones
próximas de pecado. Amén.
Tercer Día
Así había comenzado su vida en la tierra el Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente.
Admirando en primer lugar el alma de ese Divino Niño, consideremos en ella la plenitud de su gracia santificadora, la de su ciencia beatífica, por la cual desde el primer momento de su vida, vio la divina Esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado y lo porvenir con todos sus arcanos y conocimientos. No supo nunca por adquisición voluntaria nada que no supiese por infusión desde el primer momento de su ser; pero Él aceptó todas las debilidades de nuestra naturaleza a que dignamente podía someterse. aun cuando no fuesen necesarias para la grande obra que debía cumplir.
Pidámosle que sus divinas facultades suplan la debilidad de las nuestras y les dé nuevas energías; que su memoria nos enseñe a recordar sus beneficios, su entendimiento a pensar en Él a no hacer sino su voluntad, lo que Él quiere y en servicio suyo.
Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo que era un mundo de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. No era como el nuestro, una traba para su alma, era por el contrario un nuevo elemento de santidad; quiso que fuese pequeño y débil como el de todos los niños y sujeto a todas las incomodidades de la infancia para asemejarse más a nosotros y participar de nuestras humillaciones. El Espíritu Santo formó ese cuerpecito con tal delicadeza y tal capacidad de sentir, que pudiese sufrir hasta el exceso para cumplir la grande obra de nuestra Redención.
La belleza de ese cuerpo del Divino Niño fue superior a cuanto se ha imaginado jamás, y la divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de su encarnación, es la que lava toda las manchas del mundo culpable.
Pidámosle que lave las nuestras en el sacramento de la penitencia, para que el día de su dichosa Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho espiritual!
Promesas
En este tercer día de la Novena al Niño Dios, se hace una petición especial para que Jesús lave nuestras manchas y pecados a través del sacramento de la penitencia. Se busca obtener el perdón divino y la purificación espiritual, de modo que, al llegar el día de la Navidad, podamos recibir a Jesús con amor y aprovechar espiritualmente su presencia en nuestras vidas.
Origen
La Novena al Niño Jesús se originó en México en el siglo XVIII. Se atribuye su creación al fraile franciscano Fray Diego de San José. Se popularizó rápidamente en toda Hispanoamérica y se ha convertido en una tradición religiosa importante en la preparación para la Navidad.
Tercer Día de la Novena de los Aguinaldos al Niño Dios: Contemplando el Alma, el Cuerpo y la Divinidad.
La Novena al Niño Dios es una práctica espiritual que nos invita a prepararnos para la celebración de la Navidad, recordando los nueve meses de gestación de Jesús en el vientre de la Virgen María. Cada día de esta novena nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre diferentes aspectos de la vida de Jesús desde su nacimiento hasta su infancia. En el Tercer Día, nos sumergimos en la contemplación del alma y el cuerpo del Divino Niño, reconociendo su gracia santificadora y su conexión con nuestra humanidad.