A través del Sexto Domingo en honor a San José – Siete Domingos se le pide su intercesión para obtener favores espirituales y materiales, especialmente en situaciones difíciles.
Se implora su protección para las familias, pidiendo por la unidad, la paz y la armonía. También se profundiza en la admirable figura del padre adoptivo de Jesús, como modelo de fe, obediencia, trabajo y protección.
Oración
Oración Inicial
San José, guardián de Jesús y Casto esposo de María:
empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber,
mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret
con el trabajo de tus manos.
Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a ti.
Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas.
Ellos se dirigen a ti porque saben que tú
los comprendes y proteges.
Tú también supiste de pruebas, cansancio y trabajo.
Pero, aún dentro de las preocupaciones materiales de la vida,
tu alma estaba llena de profunda paz y llena de verdadera alegría,
debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios
que te fue confiado a ti y a la vez a María, su tierna Madre. Amén.
6⁰ Dolor y Gozo
El regreso de la Sagrada Familia a Nazaret.
San José dice:
Agosto 8/2009 (2:35 pm).
Abre tus oídos a mis palabras y contempla como en sueño se me aparece un Ángel y me dice: Toma a Jesús y a su Madre y vuelve a la tierra de Israel porque ya están muertos los que le buscaban para quitarle la vida; vida que fue protegida por miríadas de Ángeles; vida que transcurrió normal por siete años mientras vivíamos en Egipto;
Vida que fue un continuo aprendizaje para nosotros porque su sabiduría nos sorprendía a cada instante,
vida modelo de virtud para los demás niños de su misma edad, vida que hacía de lo cotidiano algo extraordinario, vida que enriqueció nuestro hogar con su presencia porque era el Hijo de Dios el que la habitaba, era el Hijo de Dios que perfumaba a nardo purísimo de celestial aroma cada espacio, cada rincón;
Era el Hijo de Dios, lirio puro caído del Cielo, quien nos recreaba haciéndonos menos tedioso el tener que vivir en tierra extranjera; tierra que tendríamos que abandonar por designios de Dios; tierra que nos acogió y nos
dio albergue, alimento; tierra que vio crecer al Niño Jesús en estatura y en sabiduría; tierra que nos dejaría recuerdos, añoranzas.
No vaciles en dar cumplimiento a la divina voluntad, así tu corazón gima de dolor como el mío; dolor de tener que sufrir penurias, dificultades al caminar de regreso a Judea;
dolor al saber que Arquelao, hombre cruel como su padre, era el rey de aquella comarca; dolor de enfrentarme a una situación incierta, temerosa porque Jesús y María podrían sufrir grandes daños. La misericordia de Dios es infinita y este dolor se cambió por un gran gozo;
Gozo cuando un Ángel me ordenó que fuera a Nazaret y no temiera; gozo de sentirme custodiado, protegido, gozo de entender que, a Jesús, mi hijo amado, nada le sucedería; gozo de obrar siempre de acuerdo al Santo querer de Dios; querer que buscará
siempre lo mejor para sus hijos; querer que moldea, acrisola, purifica a sus criaturas.
Querido hijo, no vayas en contra de la corriente de Dios. Ve, tras los susurros de su brisa suave, no vayas en oposición a su divina voluntad, camina en pos de sus designios de
amor; designios que te harán sentir pleno, gozoso; designios que te harán acreedor a una de las moradas de su de Reino.
Oración Final
¡Oh! San José, cuya protección es tan grande,
tan poderosa y eficaz ante el Trono de Dios,
en tus manos entrego todos mis intereses y mis deseos.
¡Oh! San José, asísteme con tu poderosa intercesión;
consígueme de tu Divino Hijo, nuestro Señor,
todas las bendiciones particulares que necesito,
a fin de que habiendo conseguido aquí en la tierra
la ayuda de tu poder celestial,
pueda ofrecer mi gratitud y homenaje al padre más amoroso. Amén
Promesas
Aquellos que honren a San José durante estos siete domingos, recibirán siete gracias especiales. San José protegerá a sus devotos de todo peligro y les concederá la paz interior.
Origen
La devoción de los Siete Domingos en honor a San José se remonta al siglo XVI, con la Beata Mariana de Jesús Torres, quien en Quito, Ecuador, recibió la inspiración de dedicar siete domingos previos a la fiesta de San José (19 de marzo) para meditar en sus dolores y gozos.
Sexto Domingo en honor a San José: Un camino hacia la fe y la gracia
El Sexto Domingo en honor a San José, parte de la devoción de los Siete Domingos, nos invita a reflexionar sobre la admirable figura del padre adoptivo de Jesús. Este camino de fe nos acerca a sus dolores y gozos, permitiéndonos fortalecer nuestra propia vida espiritual y obtener gracias especiales.
Cada uno de la oración a San José nos conduce a meditar en un aspecto particular de la vida de San José. En el Sexto Domingo, nos encontramos con la huida a Egipto, un momento de gran incertidumbre y peligro para la Sagrada Familia. Sin embargo, también contemplamos la alegría de José al regresar a Nazaret con Jesús y María, una vez superado el peligro.
San José nos ofrece un ejemplo de fe inquebrantable, obediencia a Dios y amor incondicional a su familia. Su capacidad para afrontar las dificultades con valentía y confianza en la Providencia Divina nos inspira a seguir su camino.
Este Sexto Domingo es una invitación a fortalecer nuestro compromiso con la fe y la devoción a San José. Que su intercesión nos guie hacia la santidad y nos ayude a construir un mundo más justo y lleno de amor.