El Séptimo Día de la Novena de los Aguinaldos al Niño Dios se centra en contemplar el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo al Niño Jesús aún no nacido.
En este día reflexionamos sobre la humildad y obediencia del Niño Jesús, quien a pesar de ser el Creador del Universo hecho hombre, se somete a las circunstancias terrenales y obedece el censo de población ordenado por el príncipe extranjero de su provincia.
Oración
Por la señal de la Santa Cruz,
de nuestros enemigos,
líbranos Señor Dios Nuestro,
en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
Rezamos un Pésame
Pésame, Dios mío,
y me arrepiento de todo corazón
de haberos ofendido.
Pésame por el infierno que merecí
y por el cielo que perdí
pero mucho más me pesa,
porque pecando ofendí
a un Dios tan bueno
y tan grande como Vos.
Antes querría haber muerto
que haberos ofendido;
y propongo firmemente no pecar más
y evitar todas las ocasiones
próximas de pecado. Amén.
Séptimo Día
Representémonos el viaje de María y José hacia Belén. Llevan consigo, aún sin nacer, al Creador del Universo hecho hombre. Contemplemos la humildad y la obediencia de ese Divino Niño, que, aunque de raza judía y habiendo amado durante siglos a su pueblo con una predilección inexplicable, obedece así a un príncipe extranjero que forma el censo de población de su provincia, como si hubiese para El en esa circunstancia algo que le halagase y como si quisiese aprovechar la ocasión de hacerse empadronar oficial y auténticamente súbdito, en el momento en que venía al mundo.
¿No es extraño que la humillación, que causa tan invencible repugnancia a la criatura, parezca ser la única cosa creada que tenga atractivo para el Creador?¿ No nos enseñará la humildad de Jesús a amar esa hermosa virtud?
¡Ah! Que llegue el momento en que aparezca el deseado de las naciones, porque todo clama por ese feliz acontecimiento El mundo sumido en la oscuridad y en el malestar busca y no encuentra alivio de su males, suspira por su libertad. El anhelo de José y la expectativa de María son cosas que no puede explicar el lenguaje humano. El Padre Eterno se halla, si es lícito emplear esta expresión, impaciente por dar a su Hijo único al mundo y verle ocupar su puesto entre las criaturas visibles. El Espíritu Santo arde en deseos de presentar a la luz del día esa Santa Humanidad tan bella, que Él mismo ha formado con tan especial y divino esmero.
En cuanto al Divino Niño, objeto de tantos anhelos, recordemos que hacia nosotros avanza lo mismo que hacia Belén. Apresuremos con nuestros deseos el momento de su llegada, purifiquemos nuestros corazones para que sean su mansión terrenal. Que nuestros actos de mortificación y desprendimiento preparen los caminos del Señor y hagan rectos sus senderos.
Promesas
Se asocia a la novena al Niño Dios diversas promesas espirituales, entre las que destacan:
- Protección y bendición del Niño Dios: El Niño Dios protege y bendice a quienes lo veneran con fe y devoción.
- Alcanzar la gracia de la conversión: Se pide por la gracia de la conversión, para alejarse del pecado y acercarse a Dios.
- Obtención de gracias especiales: Se pueden pedir gracias específicas relacionadas con la salud, el trabajo, la familia, la conversión de un ser querido o cualquier otra necesidad particular.
Origen
La devoción al Niño Dios tiene una larga tradición en la Iglesia Católica, especialmente en América Latina. Se cree que el origen de la novena al Niño Dios se remonta al siglo XVII en México, donde se popularizó rápidamente entre la población.
El Séptimo Día de la Novena al Niño Dios: Reflexiones sobre la Humildad y la Esperanza
La Novena al Niño Dios es una práctica devocional arraigada en la tradición religiosa que busca preparar el corazón de los fieles para celebrar el nacimiento de Jesús. Cada uno de los nueve días de la novena ofrece una reflexión temática y espiritual.