Al recitar estas Letanías de la Humildad, nos abrimos a la acción del Espíritu Santo, permitiendo que él moldee nuestros corazones para que reflejemos la imagen de Cristo.
Buscamos despojarnos de la soberbia y el egoísmo, para vivir en obediencia y servicio a Dios y a nuestros hermanos. Las Letanías de la Humildad son una serie de peticiones que realizamos para pedir por una actitud de humildad y desprendimiento del ego para amar a todos nuestros hermanos.
Oración
Jesús manso y humilde de Corazón, -Óyeme.
Del deseo de ser lisonjeado, Líbrame Jesús
Del deseo de ser alabado, Líbrame Jesús
Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús
Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús
Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús
Del temor de ser humillado, líbrame Jesús
Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús
Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús
Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús
Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús
Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús
Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús
Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús
Que otros sean más amados que yo, Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean más estimados que yo, Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse, Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean alabados y de mí no se haga caso, Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil, Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean preferidos a mí en todo, Jesús dame la gracia de desearlo
Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda, Jesús dame la gracia de desearlo. Amén.
Promesas
Esta petición evita el deseo de ser el centro de atención y reconocer el valor igual de todas las personas. También libera a la persona del deseo de buscar la aprobación y el reconocimiento constante de los demás.
Origen
Se atribuye a San Bernardo de Claraval (1090-1153), Doctor de la Iglesia y fundador de la Orden del Císter. Se inspiran en las palabras de Jesús: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mateo 11:29).
Cultivando el amor al prójimo: Un viaje espiritual a través de las Letanías de la Humildad
En nuestro mundo moderno, donde el individualismo y la búsqueda del reconocimiento propio a menudo prevalecen, la humildad se convierte en una virtud cada vez más valiosa y necesaria.
La humildad, en su esencia, es reconocer nuestra pequeñez y dependencia de Dios. En un mundo lleno de egoísmo y búsqueda de poder, la humildad nos permite liberarnos de la ilusión de la autosuficiencia y abrirnos a la gracia divina. Al abrazar la humildad, nos abrimos a la acción transformadora del Espíritu Santo.
La Letanía de la humildad también nos enseñan que la humildad está intrínsecamente ligada al amor al prójimo. Al despojarnos del egoísmo y la necesidad de reconocimiento, abrimos espacio en nuestros corazones para amar a nuestros semejantes incondicionalmente.
En la humildad, encontramos la capacidad de alegrarnos con el éxito de los demás y de servir a los necesitados con compasión y desinterés. La humildad nos permite reconocer la dignidad y el valor de cada persona, ya que todos somos igualmente amados por Dios.
Las Letanías de Humildad nos invitan a emprender un viaje espiritual hacia la esencia misma de la humildad. En un mundo donde la vanidad y el egoísmo a menudo prevalecen, estas letanías de la humildad católica nos ofrecen un camino para liberarnos de la ilusión del yo y abrirnos a la gracia divina.