La Coronilla de Renovación al Espíritu Santo facilita una mayor apertura a la acción del Espíritu Santo en nuestra vida. Nuestra fe Se fortalece y la confianza en Dios se renueva.
Con la Coronilla de Renovación al Espíritu Santo se recibe la luz necesaria para tomar decisiones correctas y afrontar los desafíos de la vida.
Oración
Por la señal de la Santa Cruz,
de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios Nuestro,
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
Rezamos la oración al espíritu santo
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.
Respuesta: Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creadas todas las cosas.
Respuesta: Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos:
¡Oh Dios, que has instruido
los corazones de tus fieles
con luz del Espíritu Santo!,
concédenos que sintamos rectamente
con el mismo Espíritu
y gocemos siempre de su divino consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Rezamos un credo
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo,
nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica,
la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
Rezamos un padre nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Rezamos un Ave María
Dios te salve, María, llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita Tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Rezamos un Gloria
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Cántico
¡Oh, Santísima Trinidad!
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Santificado sea Tu Nombre.
Venga Tu Reino. Hágase Tu Voluntad
en la Tierra como en el Cielo.
Primer Misterio
El Plan del Padre Eterno de redimir al mundo enviando a su Hijo unigénito.
(Pausa y Meditación)
Una voz gritó desde el Trono más alto diciendo:
“¿A quién enviaré? ¿Quién irá y redimirá al mundo y les hará descender Mi Reino?”
En ausencia de cualquier respuesta, Jesús, la Palabra Eterna, dijo:
“Aquí estoy, envíame a Mí, Padre.”
¡Oh, Dios! Por los méritos de este Misterio,
hazme un instrumento de salvación y renovación para
el mundo. Amén.
Rezamos un Padre Nuestro y Ave María.
Se repite diez veces:
Ven, Espíritu Santo, ven a mi corazón y llena los
corazones de los fieles.
Y renueva la faz de la Tierra.
Rezamos un Gloria
Cántico
¡Oh, Santísima Trinidad!
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Santificado sea Tu Nombre.
Venga Tu Reino. Hágase Tu Voluntad
en la Tierra como en el Cielo.
Segundo Misterio
Una Niña llamada María fue elegida para ser la Hija de Dios Padre, la Madre de Dios Hijo y la Esposa de Dios Espíritu Santo.
(Pausa y Meditación)
Dios envió un Ángel a una jovencita llamada María, en la ciudad de Nazaret, en Galilea, a anunciar el Nacimiento de Su Hijo Unigénito. Al saludo del Ángel, el Espíritu Santo descendió sobre Ella y Concibió del Espíritu Santo. Ella dio a luz al Redentor del mundo.
¡Oh, Dios! Por los méritos de este Misterio, dame
la gracia de la pureza y la humildad, de modo que por
la humildad, yo aplaste la cabeza de satanás y por la
pureza, mi alma sea Tu tabernáculo. Amén.
Rezamos un Padre Nuestro y Ave María.
Se repite diez veces:
Ven, Espíritu Santo, ven a mi corazón y llena los
corazones de los fieles.
Y renueva la faz de la Tierra.
Rezamos un Gloria
Cántico
¡Oh, Santísima Trinidad!
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Santificado sea Tu Nombre.
Venga Tu Reino. Hágase Tu Voluntad
en la Tierra como en el Cielo.
Tercer Misterio
Dios Revela a Su Hijo al Mundo.
(Pausa y Meditación)
Cuando llegó el tiempo, Dios reveló a Su Hijo al mundo. Primero, en Su Bautismo en el río Jordán, cuando Dios dijo: “Éste es Mi Hijo Amado, en quien Me complazco.” (Mt 3:17). Y de nuevo, durante la Transfiguración en el Montaje Tabor, cuando Él añadió: “Escuchadle.” (Mt 17:5).
¡Oh, Dios! Por los Méritos de este Misterio, dame
la gracia de ser como Tú me creaste, para que haga las
cosas para las que Tú me creaste. Amén.
Rezamos un Padre Nuestro y Ave María.
Se repite diez veces:
Ven, Espíritu Santo, ven a mi corazón y llena los
corazones de los fieles.
Y renueva la faz de la Tierra.
Rezamos un Gloria
Cántico
¡Oh, Santísima Trinidad!
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Santificado sea Tu Nombre.
Venga Tu Reino. Hágase Tu Voluntad
en la Tierra como en el Cielo.
Cuarto Misterio
Jesús Proclama el Reino de Dios en la Tierra.
(Pausa y Meditación)
Cuando llegó la hora exacta, después del ayuno y
de ser tentado por el diablo, Jesús se fue a las
ciudades del mundo y proclamó el Reino de Dios
diciendo: “¡Convertíos! El Reino de Dios está al alcance
de la mano.” Él pasó haciendo el bien y llamando a los
pecadores a volver a Dios.
¡Oh, Dios! Por los Méritos de este Misterio, dame
la gracia de proclamar Tu Reino en la Tierra, con
palabras y acciones, para que así Tu Reino llegue
pronto a los confines de la Tierra. Amén.
Rezamos un Padre Nuestro y Ave María.
Se repite diez veces:
Ven, Espíritu Santo, ven a mi corazón y llena los
corazones de los fieles.
Y renueva la faz de la Tierra.
Rezamos un Gloria
Cántico
¡Oh, Santísima Trinidad!
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Santificado sea Tu Nombre.
Venga Tu Reino. Hágase Tu Voluntad
en la Tierra como en el Cielo.
Quinto Misterio
El Triunfo de La Cruz.
(Pausa y Meditación)
“Ya que el hombre fue derrotado en el árbol; el
hombre será redimido en el árbol; de modo que el
árbol de la caída del hombre sea el árbol de la
resurrección del hombre.” Y Él vino a Su pueblo, pero
Su pueblo no Lo recibió, más bien Lo arrastraron a la
montaña llamada Gólgota, donde Lo clavaron en la Cruz.
Sobre aquella Cruz, Cristo anunció Su Triunfo
diciendo: “Todo está cumplido.” (Juan 19:30).
¡Oh, Dios! Por los Méritos de este Misterio,
fortalece la fe de Tus pequeños en la Tierra. Que ellos
puedan unirse a Tu Iglesia para vencer al dragón rojo,
para la manifestación de Tu Glorioso Reino. Amén.
Rezamos un Padre Nuestro y Ave María.
Se repite diez veces:
Ven, Espíritu Santo, ven a mi corazón y llena los
corazones de los fieles.
Y renueva la faz de la Tierra.
Rezamos un Gloria
Cántico
¡Oh, Santísima Trinidad!
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Santificado sea Tu Nombre.
Venga Tu Reino. Hágase Tu Voluntad
en la Tierra como en el Cielo.
Ofrecemos una Salve a la Santísima Virgen por la conversión de todos nosotros, pecadores:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida y dulzura y esperanza nuestra: Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y,
después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oremos:
Oh Señor Consolador, Don celestial, Amor del Padre y del Hijo.
Ven a mi Corazón con el fuego del Amor y purifica los corazones de los fieles.
Siembra en nosotros Tus siete dones y deja que el rocío
de Tu gracia santificante nutra nuestras almas
para cosechar abundantemente Tus Preciosos Frutos en nosotros.
¡Oh poderoso Consolador! Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Promesas
Con la Coronilla de Renovación al Espíritu Santo se promete una efusión del Espíritu Santo que renueve la vida interior de los fieles y impulse la renovación de la Iglesia y del mundo. La Coronilla de Renovación al Espíritu Santo concede la gracia de discernir la voluntad de Dios y recibir la sabiduría necesaria para afrontar los desafíos de la vida.
Origen
La Coronilla de Renovación al Espíritu Santo encuentra sus raíces en la experiencia personal de la Sierva de Dios, Concepción Cabrera de Armida, durante la primera mitad del siglo XX. En 1942, mientras se encontraba en oración, la Sierva de Dios recibió la revelación de esta devoción como un regalo del Espíritu Santo para la renovación espiritual de la Iglesia y del mundo.
Coronilla del Renacimiento Espiritual: Un camino hacia la transformación
La Coronilla de Renovación al Espíritu Santo es una poderosa oración que ha ganado popularidad en los círculos cristianos como una forma de invocar la presencia y el poder del Espíritu Santo en nuestras vidas. Esta coronilla, se ha vuelto una fuente de consuelo y fortaleza para aquellos que buscan una renovación espiritual y un mayor acercamiento a Dios.
La Coronilla de Renovación al Espíritu Santo es una oración que busca la renovación y el avivamiento espiritual. Se basa en la creencia de que el Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, está presente en nuestra vida y puede guiarnos, fortalecernos y transformarnos. La oración se compone de una serie de invocaciones y alabanzas al Espíritu Santo, seguidas de una serie de peticiones y súplicas personales.
La recitación de la Coronilla de Renovación al Espíritu Santo y la Oración de invocación al Espíritu Santo puede tener varios beneficios espirituales. En primer lugar, esta oración puede ayudar a fortalecer la relación personal con Dios y a experimentar una mayor cercanía con el Espíritu Santo con Fuerza y guía divina. Al invocar al Espíritu Santo, se abre la puerta a su guía y dirección en la vida cotidiana.
Además, la Coronilla de Renovación al Espíritu Santo puede ser una fuente de consuelo y paz interior. En momentos de dificultad, estrés o confusión, esta oración puede brindar calma y serenidad al recordar la presencia del Espíritu Santo como un consolador divino.