
Por Gianni Valente
Roma – Un sacerdote “ferviente por la gloria de Dios y la salvación de las almas”. Un religioso sabio, casto, obediente, desprendido de los bienes materiales y humilde, “sostenido por la confianza en la ayuda divina” que le llevó a afrontar “con serenidad las dificultades y la enfermedad que le condujeron a la muerte”. Así es como la página web oficial del Dicasterio para las Causas de los Santos describe al gran misionero jesuita Matteo Ricci, que llegó a China en 1601 “para liberar a las almas desdichadas de la perdición eterna”, y murió en mayo de 1610 en la corte imperial, completamente “convertido en chino”.
La diócesis de Macerata, ciudad natal de Matteo Ricci, no introdujo la causa de beatificación del jesuita hasta 1984, cuando habían transcurrido más de 350 años desde…
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