Quiere Francisco desmasculinizar la Iglesia (curiosamente, no ‘feminizada’), y quizá su deseo suponga una sorpresa para cualquier fiel practicante que diariamente puede comprobar de un vistazo que el problema no parece, precisamente, consistir en un exceso de testosterona.
Cualquiera que entre inopinadamente y al azar en un templo católico medio se sorprenderá de saber que el Papa ha expresado su deseo de “desmasculinizar la Iglesia”, porque la experiencia común es exactamente la contraria: el número de mujeres que atiende a la iglesia supera con mucho la presencia de varones, e incluso hay quien señala que la atmósfera misma de las parroquias tiende bastante más hacia lo femenino que hacia lo masculino.
Tendría algún sentido, quizá, si el Santo Padre hiciese referencia a la imposible posibilidad (permítasenos el oxímoron) de abrir el sacerdocio a la mujer. Pero…
Autor: Carlos Esteban

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