Existen multitud de palabras cuyo origen etimológico es incierto. De vez en cuando, los lingüistas se debaten entre si las raíces de uno u otro término son latinas, griegas o íberas, profiriendo eruditas peroratas con tono solemne. En otras ocasiones, se topan con casos más exóticos que los apremian a ponerse el fedora de detective con ínfulas de arqueólogo del lenguaje -mejor conocido como “sombrero de Indiana Jones”-, conduciéndolos por caudales explicativos que oscilan desde lo mixteco hasta lo vasco, pasando por lo quechua y lo árabe(sco). Sin embargo, no todos los días son de tan severo academicismo; cuando la jornada amanece jovial y pajarera, salta a escena alguna palabra simpática que justifica decantarse por la siempre pintoresca vía onomatopéyica. Y, cuando los sabios de la glotología no logran ponerse de acuerdo, la Real Academia Española -ceremoniosa-…… Continuar leyendo
Autor: Guillermo Villa Trueba
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