Aunque traten de disimularlo, en ámbitos progresistas la elección de León XIV ha causado zozobra y desconcierto. Suponían en estos ámbitos que a Francisco debería sucederle un epígono, encargado de consumar los «avances» que Francisco sólo amagó; o que ni siquiera amagó, sino que más bien fueron señuelos o guiños pintureros con los que el argentino trataba de amansar a la bestia. Por supuesto, Francisco nunca engañó a estos sectores progresistas, que sabían que estaban siendo toreados con cesiones puramente cosméticas, cuando no engañifas palmarias, como aquellas bendiciones «truchas» a los homosexuales, tan similares a las que se dispensan a las mascotas en la festividad de San Antón. Pero en los sectores progresistas decidieron hipócritamente no revolverse contra Francisco porque entendieron que, si bien sus concesiones eran vacuas, al menos había instaurado un…… Continuar leyendo
Autor: Juan Manuel de Prada
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