En el último artículo que escribí ponía el ejemplo de aquel necio que descansaba cómodamente en su camarote de un transatlántico mientras éste se va a pique. “A mí me da igual, aquí no ha llegado el agua”, barrunta estúpidamente. Cuando un barco se hunde, todos se hunden. Y cuando una sociedad se hunde, podríamos decir también, todos terminamos por hundirnos.
Y, miren, nuestra cultura, nuestra civilización (o lo que queda de ella) está colapsando. Estoy seguro de que ustedes ya se habían apercibido, pero lo menciono por si acaso queda algún ingenuo de los que dormitan aún en su camarote, en su burbuja, en su pecera. El hundimiento es irreversible, inevitable.
Pero no se me desanimen. Aquí es cuando comienza lo bueno.
Podríamos empezar citando a Gilbert Keith Chesterton con una de sus más célebres frases, escrita ya hace un siglo: “A cada época la salva…
Autor: Álex Navajas
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