Autor: Carlos Esteban
El Tribunal Supremo de los Estados Unidos, como estaba previsto, acaba de anunciar que las mujeres norteamericanas no tienen un derecho constitucional para matar a sus hijos antes de que nazcan. No significa que el aborto sea ilegal, en absoluto; es solo que corresponde a cada estado decidir cómo quiere tratar esta terrible cuestión, de acuerdo a la voluntad de sus electores. No prohíbe el aborto, pero permite a los estados hacerlo. No es el fin. Ni siquiera el principio del fin. Pero es el fin del principio.
Nadie que conozca el paño espera que, digamos, en Massachussetts, Nueva York o California vayan a prohibir el aborto. Pero hay al menos 26 estados que solo esperaban esta sentencia para, como poco, restringir considerablemente el aborto. De hecho, la sentencia del Supremo que revierte la famosa decisión jurisprudencial del caso Jane vs Roe que inició el régimen abortista…