Montse no había cumplido la mayoría de edad y ya acumulaba decenas de intervenciones médicas. El mismo día de nacer, un 6 de julio de 1969, los médicos dijeron que «no daban un duro» por su vida. Al mes, la acababan de bautizar cuando tuvieron que llevarla de urgencias al hospital Niño Jesús mientras se ahogaba. Con 9 meses la encontraron morada, expulsando espuma por la boca y 42 grados de fiebre, síntomas del mortal sarampión hemorrágico cerebral. Sobrevivía una de cada cien personas que lo sufren… y ella fue ese «uno». No había cumplido un año y había salvado la vida en tres ocasiones.
Así comienza a relatar Montserrat Ricote a Mater Mundi lo que fue una vida de enfermedad que, además, la pasó sin Dios por decisión propia. Al menos, la mayor parte.
Nacida en una familia cristiana y practicante de Móstoles (Madrid), se define desde bien pequeña como la…
Autor: José María Carrera
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