(Matteo Matzuzzi en Il Foglio)-Los jóvenes no son ateos, sino indiferentes al hecho religioso. Que Dios exista o no no es su problema. Su problema es encontrar la fe en una Iglesia que, entre luchas ecologistas y humanitarias, ofrece lo que el mundo ya les da.
Sobre las mesas de los obispos se amontonan estudios, investigaciones y encuestas: el estribillo es el mismo desde hace tiempo -desde hace algunas décadas, hay que decirlo para evitar inmediatamente ser dolorosamente incluido en la lista negra de los llamados antibergoglianos-: la gente ya no va a la iglesia. Las misas se espacian y si antes las parroquias revisaban horarios y servicios porque «no hay curas», ahora el razonamiento es más sofisticado: se recortan las celebraciones porque ya no hay fieles. En invierno hace frío, al menos en el norte, y no tiene sentido mantener abiertas las iglesias y pagar elevadas…
Autor: redaccioninfovaticana

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