Una vez más, un curial -en este caso, ni más ni menos que el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin- ha remachado la idea de que “las reformas de Francisco son irreversibles”. El propio Papa sugiere de continuo que no debemos temer los cambios, pero, al parecer, se refiere al cambio presente de lo que hay, no al cambio futuro de sus decisiones.
La cuadratura del círculo, el movimiento inmóvil, las cosas que no pueden ser. Como la desesperada y exasperante paradoja de los renovadores que hoy dominan la Iglesia, que quieren, como dice el refrán anglo, comerse la tarta y guardarla para luego o, en más castizo y clerical, estar en Misa y en la procesión.
Este es el pontificado de la paradoja, pero esta es quizá la que las une a todas, como el Anillo Único: no considerar (casi) nada de los siglos anteriores de la Iglesia como inmutable y, a la vez, decretar como…
Autor: Carlos Esteban
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