Si tuviésemos que elegir a una figura literaria del pasado siglo XX que, por motivos varios, hubiese estado en el ojo del huracán debido a la hostilidad de los medios, seguramente, hablaríamos del insigne premio Nobel de Literatura Aleksandr Solzhenitsyn, autor del best-seller Archipiélago Gulag en 1973.
Su nombre siempre estuvo en las papeletas, en la diana de la denostación, a menudo de manera casi caricaturesca, por continuos y manidos estereotipos que se le atribuyeron a lo largo de una vida repleta de dificultades. Desde su consideración como célebre pesimista hasta la etiqueta de profeta del destino o la del tipo chapado a la antigua en aquel tiempo, Solzhenitsyn fue presa fácil del encasillado mediático, del poder inquisitorial del sistema y del dedo índice del señalamiento.
Sin embargo, muchos de sus críticos y detractores se equivocaron, mordieron el polvo y, así, serían…
Autor: Emilio Domínguez Díaz

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