La liturgia de Semana Santa nos introduce en la celebración de la muerte y resurrección de Cristo, acontecimiento de salvación en el cual hemos sido redimidos, porque en la cruz de Cristo, por nosotros crucificado, «Dios estaba reconciliando el mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación» (2Cor 5,19).
La condena a muerte en cruz era la expresión de la maldición divina del malhechor, lo que constituía un grave obstáculo para la predicación de Cristo crucificado como enviado de Dios, mesías y salvador. Frente al rechazo de la predicación cristiana, san Pablo no dudará en radicalizar el anuncio en palabras que golpean tanto el corazón de cuantos obedecen al Evangelio como el de aquellos que lo resisten: «Así, mientras los judíos piden signos y los griegos buscan sabiduría, nosotros…
Autor: redaccioninfovaticana

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