Se cumplen 200 años del nacimiento de Gregor Mendel, en lo que hoy es República Checa y entonces era el Imperio Austro-Húngaro. Conviene recordar 7 aspectos significativos de este célebre monje y científico católico.
1. Fue un estudiante brillante
Los profesores de su escuela, uno de ellos era el párroco de su pueblo, vislumbraron rápidamente su talento. Así que lo mandaron a colegios de prestigio donde se preparó para dar el salto a la Universidad de Palacký en Olomouc, la más antigua de Moravia. En este lugar contactó con el abad del monasterio agustino de Santo Tomás en Brno, Franz Cyrill Napp, que deseaba convertir la abadía en un centro del conocimiento. Mendel encontró allí su hogar para el resto de sus días.
2. Tenía crisis nerviosas… pero sus alumnos le apreciaban
Mendel recibió formación en idiomas, derecho canónico y teología, aunque también aprendió meteorología, botánica, física y matemáticas. Estos conocimientos los amplió en la Universidad de Viena, donde preparó su acreditación como profesor de secundaria. Pero curiosamente fracasó en dos ocasiones, la segunda por una crisis nerviosa que le solía suceder cuando se enfrentaba a situaciones de gran estrés.
A pesar de todo, logró encontrar un hueco como profesor sustituto en el instituto de Brno, donde enseñó durante 14 años. Era muy querido por sus alumnos, que lo recuerdan como un tipo educado, de agradable sonrisa y con un método docente que hacía que sus pupilos deseasen regresar a clase. Incluso se prestaba a que sus estudiantes acudieran a la abadía en busca de más explicaciones.
3. Investigó varias ciencias: fue meteorólogo, astrónomo y apicultor
Destacó en muchas disciplinas científicas.
Como meteorólogo, era capaz de calcular el nivel de ozono en la atmósfera, el nivel freático o la fuerza del viento, entre otras muchas variables que recopilaba a diario. Así, publicó un trabajo con los valores medios obtenidos entre los años 1848 y 1862, donde además expresaba las fluctuaciones del último año de la secuencia.
Su carácter visionario también se demuestra en otro escrito, “Las bases de la predicción del tiempo”, donde proponía utilizar la meteorología para la agricultura.
Asimismo, se dedicó a la astronomía, donde estudió el efecto de las manchas solares en el tiempo meteorológico, y a la apicultura, donde exploró diversas razas y elaboró métodos para que la reina se emparejara con el zángano que él deseaba cruzar.
4. Su gran triunfo: el padre de la Genética
Su mejor contribución le llevó 7 años de arduo trabajo. Seleccionó, de entre treinta y cuatro candidatas, a veintidós razas puras de guisantes que generación tras generación producían el mismo tipo de descendientes y se quedó con los siete caracteres binarios más fácilmente identificables.
Mezclando semillas lisas y rugosas, observó que, en la generación filial, F1, desaparecía uno de los caracteres, el rugoso, mientras que solo sobrevivía el liso. ¿Por qué ya no había semillas rugosas? Siguió experimentando y cruzó los miembros de F1 entre sí para obtener la segunda generación filial, F2. Clasificó más de 7.324 semillas de F2, de las que 5.474 resultaron lisas y 1.850 rugosas. La proporción fue de 2.96 a 1, mientras que con 8.023 semillas amarillas y verdes obtuvo un factor de 3.01 a 1. Era la famosa proporción 3 a 1, que ni siquiera Darwin pudo deducir.
Hacía falta considerar caracteres binarios y analizar un gran número de muestras. Mendel llegó a estudiar más de trescientas mil muestras.
Además, introdujo el concepto de carácter dominante y recesivo, descubrió que cada padre transmitía a su descendiente un carácter, el retrocruzamiento y la evolución a lo largo de 10 generaciones cuando las especies híbridas se autofertilizan.
Figura: Cruzamiento de guisantes amarillos puros. Después del cruzamiento se obtiene la generación filial 1 (F1), donde todos los guisantes son amarillos. Tras el cruzamiento entre los guisantes de F1 se alcanza la famosa proporción de 3 guisantes amarillos por 1 verde.
5. No fue famoso hasta años después de su muerte
Por increíble que parezca, Mendel murió conocido sólo como meteorólogo, en 1884, con 61 años. Debieron pasar varias décadas para que se redescubriera su publicación de 1866 sobre los guisantes, y se le concediera la fama que merecía. En 1910, diversas autoridades científicas de todo el mundo le homenajearon en su propio monasterio, erigiendo una estatua conmemorativa en honor al padre de una nueva ciencia: la Genética.
Posteriormente las autoridades comunistas retiraron la efigie, arrestaron a los frailes del monasterio y el invernadero donde Mendel hizo sus experimentos quedó destruido. Todo se debía al lysenkismo, un movimiento fundado por el ingeniero agrónomo soviético Trofim Lysenko (1898-1976), que negaba las leyes de Mendel y el concepto de gen, aunque finalmente llegó la cordura y la memoria del monje fue restaurada.
6. La perfección de su obra levantó sospechas entre los científicos
Algunos científicos de comienzos del siglo XX también sugirieron que Mendel había modificado sus resultados para que dieran aquellas proporciones tan maravillosas. Hoy todavía circula este rumor.
Sin embargo, tanto el biólogo Daniel J. Fairbanks como el bioestadista G. Bruce Schaalje han demostrado en trabajos publicados en los años 2007 y 2008 que los resultados que obtuvo el fraile austriaco no estuvieron sujetos a ningún tipo de manipulación. Este aspecto todavía encumbra más la figura del padre de la genética, pues su obra es tan perfecta que da la sensación de que esté trucada.
7. Fue un hombre de Dios y un hombre de ciencia
Mendel era bastante tímido y se conserva poca información sobre él. Pero su funeral nos ofrece algunas pistas. Acudieron bastantes personas, entre ellas el célebre compositor Leoš Janáček, que tocó un réquiem para él, y muchos pobres de los alrededores del monasterio, con quienes Mendel siempre se comportó de forma amable y caritativa.
El periódico de Brno también le dedicó esta necrológica: “su muerte priva a los pobres de un benefactor y a la humanidad en general de un hombre de carácter noble, un amigo afectuoso, un difusor de las ciencias naturales y un sacerdote modélico”.
Resulta cierto que él mismo reconocía que las circunstancias habían marcado su decisión de ser sacerdote. Mendel, un hombre brillante, pero de familia humilde, encontró en el monasterio de Brno el culmen de sus aspiraciones. Sin embargo, mientras otros compañeros dejaron los hábitos, él continuó hasta el final de sus días e incluso se convirtió en abad, un puesto que no estuvo exento de dificultades que le complicaron algo su existencia, pues le tocó lidiar con las autoridades en materia económica y con tensiones nacionalistas dentro del monasterio.
Pero lo que no cabe duda es que su vida estaba impregnada por dos grandes pasiones, la ciencia y la fe, algo que queda plasmado en este sermón suyo:
«El jardinero planta semilla en tierra fértil. La tierra influye física y químicamente para que la planta pueda crecer. Sin embargo, esto no es suficiente. Se debe añadir el calor y la luz del sol, junto con la lluvia, para que la planta crezca. Luego la semilla de la Buena Noticia, mediante la cooperación de la buena voluntad del hombre, y alimentada con la comida sobrenatural de la Eucaristía, desarrolla y alcanza la perfección».
El autor, Ignacio del Villar, es Profesor Titular de Tecnología Electrónica (Universidad Pública de Navarra)
Documental de 2018 en Goya Producciones divulgando la figura y relevancia de Mendel
La serie de de dibujos animados Los Inventores dedicó todo un capítulo a Mendel: su esfuerzo con 300.000 muestras, su trabajo con abejas, las críticas que sufrió…