La popularidad de una pieza musical religiosa es directamente proporcional a lo que los oyentes esperan de su compositor: que, por supuesto, sea un verdadero creyente. Miles de fieles católicos han entonado, desde unos años después de la composición, hasta hoy, un Ave María, el nombre de cuyo compositor a menudo ignoran o, si lo saben, confirmarían lo dicho si se les preguntara: ”Claro que se debe tratar de un creyente convencido”. Es tal el fervor y el trance religioso que impregnan la obra y lo contagian masivamente a los oyentes, que no se podría afirmar otra cosa.
Sin embargo, dicho compositor, que también es autor de unas Misas y otras obras religiosas animadas por el mismo espíritu, no se declaraba miembro de la Iglesia católica. Esta figura es la de Franz Schubert (1797-1828), quien compuso inicialmente su Ave María como un arreglo de una canción popular para…
Autor: Juan Diego Caicedo González / ReL
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