San Stelian de Adrianópolis, ermitaño. 26 de noviembre.
Nació en una familia con numerosas propiedades, que heredó al morir sus padres. Stelian, que era un joven puro y muy devoto, optó por la radicalidad evangélica y se desprendió de sus posesiones en favor de los pobres, diciéndose: «He desechado una pesada ancla que me mantenía atado a los deseos de esta carne mortal. He desechado la corrupción y la perdición. Ahora veo más claramente el camino hacia la vida real«. Luego se retiró a una laura monástica, en la cual comenzó una ardua lucha por alcanzar la santidad, venciendo al demonio en múltiples ocasiones, siempre con la ayuda de Cristo, el cual en una ocasión se le reveló y le dijo: «Sé santo porque yo soy Santo«.
Allí vivió un tiempo hasta que decidió vivir como eremita en un desierto, meditando y orando constantemente, siendo la naturaleza una fuente…
Autor: Ramón Rabre
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