En medio de la decadencia irrefrenable del imperio romano, en Benito nace la primera civilización auténticamente católica.
Redacción (11/07/2024, Gaudium Press) El orgulloso y otrora invicto Imperio Romano se desmoronaba bajo los golpes devastadores de las hordas bárbaras. Ejércitos y murallas, instituciones y costumbres, todo era barrido por la marea montante de los nuevos dominadores.
Sin embargo, una estrella relucía en la oscuridad: en la ciudad de Hipona, cercada por los vándalos, san Agustín escribía De civitate Dei (“La Ciudad de Dios”), proclamando el naufragio irremediable del mundo nacido del paganismo, mientras la Ciudad de Dios –la Santa Iglesia Católica– no sólo jamás sería destruida, sino que triunfaría siempre por sobre cualquier adversidad.
Pero, ¿qué medios y qué hombres emplearía Dios para que del caos emergiera el orden y el esplendor?
Autor: Saul Castilblanco Mosos
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