Un hombre desorientado
Es un hecho que el hombre moderno ha perdido sus raíces. Y consecuentemente se ha impuesto el criterio de que el hombre y la mujer en la Modernidad deben construir su identidad, su modo de ver el mundo, sus criterios éticos desde sí mismos. Estamos hablando de una autonomía absoluta que pesa sobre el hombre moderno que desde su singularidad y con su poca o mucha formación y conocimientos, debe dar sentido a su vida cada día. Debe ir tomando decisiones de gran calado que excluyen cualquier referencia al pasado, a lo mejor de la tradición de siglos, a cualquier tipo de narrativa histórica, filosófica o religiosa. Estas meta-narrativas, dicho en el sentido más profundo y verdadero del concepto, han sido desbancadas. Con este talante el hombre moderno avanza en la vida, a menudo en procesos dolorosos de prueba-error, decidiendo casi sin referencias….
Autor: Familia, Educación y Cultura
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